Los gestos faciales son un arma para responder a los estímulos que el ser humano percibe del exterior, pues contribuyen a agudizar o relajar los sentidos en función de las emociones suscitadas por aquellos, según un estudio publicado ayer por la revista científica británica “Nature Neuroscience”.
Así, cuando se siente miedo, los movimientos faciales permiten tener un mayor campo de visión, mover los ojos más rápido, aumentar el volumen nasal y la velocidad con la que se inspira el aire, así como detectar objetos alejados que no se apreciarían en una situación normal.
Por contra, cuando la persona advierte algo que considera repugnante, los gestos son contrarios a los producidos por el miedo, ya que el rango de visión es inferior al normal, al igual que el volumen nasal.
A partir de estas conclusiones, los científicos de la Universidad de Toronto (Canadá), sugieren que las expresiones faciales de las emociones no han evolucionado al azar, sino para regular la acción de los sentidos.
Estos resultados explican los investigadores, apoyan la hipótesis del evolucionista Charles Darwin en la que sugería que los gestos no son configuraciones arbitrarias para la comunicación social.
Precisan los investigadores que estos se originaron para regular la relación entre los sentidos y el mundo físico.
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