La campaña presidencial estadounidense para las elecciones del 4 de noviembre es la más cara de la historia, con récord de gastos y mil millones de dólares recibidos por los candidatos.
Las últimas cifras publicadas en setiembre por la Comisión electoral federal (FEC) revelan que el candidato republicano John McCain recabó 230 millones de dólares y gastó 194 millones.
Su rival demócrata Barack Obama recibió por su parte 454 millones de dólares y gastó 377 millones. Cerca de dos millones de simpatizantes le enviaron dinero, algo sin precedentes en la historia electoral del país. El dinero fue utilizado para solventar innumerables viajes a lo largo y ancho de Estados Unidos, cientos de operaciones y actos para intentar movilizar a indecisos y abstencionistas, decenas de avisos de propaganda televisada en los Estados que corren el riesgo de caer en manos del adversario, cientos de miles de dólares en honorarios de estrategas y salarios de personal.
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