Algunos de los ejecutivos de Wall Street hicieron poco para cambiar la ira popular cuando se presentaron en audiencias ante el Congreso esta semana, donde intentaron justificar sus decisiones que resultaron en la crisis financiera más grande desde la Gran Depresión.
Richard Fuld, ejecutivo en jefe de Lehman Brothers, uno de los cinco bancos de inversiones más grandes que entró en quiebra el 15 de septiembre, no tenía respuesta cuando el representante Henry Waxman lo interrogó así: "Su empresa ahora está en bancarrota y su país en un estado de crisis, pero usted se queda con sus 480 millones (la remuneración que ha ganado en sus años como jefe de la empresa). ¿Usted cree que eso es justo?.. Es casi inimaginable para tanta gente".
Ahí se reveló que cuando un ejecutivo de bajo rango sugirió que los ejecutivos de Lehman deberían considerar anular su ingreso adicional, el jefe de inversiones globales de la empresa, George Walker, quien resulta ser primo del presidente George W. Bush, envió una disculpa por permitir que haya circulado tal sugerencia. Cuatro días antes de declararse en bancarrota, el comité ejecutivo de compensaciones de la empresa recomendó que tres ejecutivos que se retiraban deberían ser premiados con 20 millones de dólares.
Detrás de Fuld en el público de la audiencia, había pancartas en las que se leía "Vergüenza" y "Limiten la avaricia".
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