El dictador Rafael Leónidas Trujillo no midió las consecuencias de la matanza de haitianos en 1937, no se arrepintió de ese hecho, ni tampoco terminó de pagar una indemnización de US$250,000 que acordó con el presidente de Haití, Stenio Vincent, por haber cometido semejante barbarie.
Esos detalles aparecen en el libro “La Era de Trujillo, narraciones de don Cucho”, de Virgilio Álvarez Pina, cuya primera edición se puso en circulación el pasado 30 de septiembre, pero al haberse agotado se hizo una reimpresión que estará en las librerías a partir de hoy.
Al relatar porqué se tomó esa decisión, el autor de la obra, quien fue uno de los principales colaboradores del dictador, plantea que se debió a las denuncias recibidas en Montecristi sobre las acciones vandálicas que se atribuían a los haitianos en la frontera norte del país. Indignado y sin medir las consecuencias, le ordenó a los jefes militares de la zona que eliminaran a los haitianos que estuvieran aquí ilegalmente, explica Álvarez Pina en sus memorias.
“La orden fue cumplida con esmerada eficiencia, y desde ese instante se desató una cruel e inhumana persecución”, dice el autor.
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