Cuando uno ve la impertinente petulancia de alguien que se creyó por encima de los demás mortales, y pensó que lo que hacía era para su gloria personal, y ve en lo que han quedado los años de su gobierno en la memoria nacional, reafirma eso de que la Historia no perdona.
Cuando uno ve la belleza radiante de la joven Margarita Pedamonte, con 16 años, novia por ese entonces, según dicen, de Héctor Aristy, y la ve ahora con más de 60 años en La Habana actual, confirma que el tiempo pasa y a veces es cruel.
Cuando ve a la juventud aguerrida de Otto Morales, Amaury Germán y Leal Prandy durante la revolución de abril, y esos rifles en sus manos, constata la vigencia de las tradiciones patrióticas del pueblo dominicano.
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