El Malecón de Santo Domingo, que el 31 de diciembre en la noche se convirtió en un gran "salón" de festejos, ayer testimoniaba la resaca de la ciudad, que registraba casi nula circulación vehicular, sin la presencia de los afanosos agentes metropolitanos de transporte. Un mar azul intenso y un sol resplandeciente le hacían compañía a esta vía, que quizás no volverá a lucir tan vacía hasta el Viernes Santo.
FOTO DE EDUARDO ENCARNACION
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