Forrado de pan, este motociclista apenas puede sacar el rostro para ver por dónde conduce, en ruta hacia los colmados de su barrio. Cada saco colgará luego de la puerta o cualquier otro sitio previamente acordado con el colmadero, hasta que el negocio abra para servir a sus clientes. Y sin escapar a la excepción correspondiente a cada regla, el pan recorrerá cada día el mismo trayecto entre la panadería y la mesa o el desayunador.
Foto:El Nacional/Justo Maracallo
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