El “boom” económico que registran importantes avenidas del Gran Santo Domingo se revierte cada vez en El Conde Peatonal, la más “exclusiva y exquisita” vía comercial de tiempos pasados.
Cerca de una veintena de tiendas, como Flomar, Pily y la Joyería Di Carlo figuran entre las últimas que cerraron sus puertas y representaban un icono en la arteria colonial.
Pedro Vásquez y Denia Ramírez, gerente y administradora, respectivamente, de California y Bebelandia, con 16 y 27 años allí, no descartan la misma suerte de cerrar o reducir sus espacios, por entender que las ventas están por el suelo.
Ambos comerciantes atribuyen el fenómeno a la expansión de la ciudad y el surgimiento de grandes plazas en la Capital y la provincia Santo Domingo, al tiempo de reconocer que es incontrolable la situación.
“Los pocos clientes viejos dicen que El Conde ya no es el de antes, se arrabalizó con las gentes raras con tantos tatuajes, hombres con aretes y la prostitución. Las personas que venían antes eran de cachet”, dijo Ramírez.
Conserva en su memoria las ocasiones en que vio al extinto presidente Juan Bosch en la tienda Lope de Aro. Al cierre se suma el deterioro que exhiben casas coloniales, mientras otros negocios son cambiados por plazas “populares”.
Cerradas antes
Otros negocios que no están son La Fortuna, La Moda, Ferretería El Candado, Zapatería La Parisién y Helados Capri. Domingo Mejía, con 27 años en la cafetería Pacos, recuerda haber vendido sandwiches a dos pesos, hoy a RD$275.
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