SOLO PASA EN NUESTRO PAIS

Hay cosas que sólo suceden en mi país. Por ejemplo, fui al Palacio Nacional para entrevistarme con un amigo que posee un alto cargo. Caminando hacia el edificio presidencial, desde la recepción, se me rompió una tirilla de la sandalia. Al llegar al antedespacho, la secretaria me preguntó qué número calzaba. Entre 5¸ y 6, le dije. ¿Pero no será para mandarme a comprar unos zapatos? No, es que una de las muchachas calza con usted. Mira, dijo al edecán, ve a buscarlos al carro.

Y ahí andaba yo con unos zapatos muy bellos y comodísimos que si hubiera sido por mí no habría devuelto. Otro día fui a una tienda muy famosa de la Avenida Mella a comprar unos ungüentos, accesorios para la greca y otras cositas que no se encuentran aquí y mientras andaba de aquí para allá me dio un acceso de tos. Pues miren, una de las dependientas me trajo un vasito plástico con agua y resolví el problema. Y la tos me repitió mientras desayunaba en el hotel y uno de los camareros me trajo miel con limón. Eso, sólo pasa en la República Dominicana. Con los taxistas del hotel me pasó otro tanto. Con tanto ir y venir, ellos que cobran más, me cobraban al igual que los otros. Pero no sólo eso, que íbamos hablando y me contaban de sus cosas, y de regreso ya éramos amigos. Es que así somos. Ni las crisis, que han sido muchas, ni la politiquería que nos tiene locos, ni todo lo malo que nos pasa, nos hace cambiar. Los dominicanos siempre andamos despotricando unos de otros. Además del béisbol, hablar mal de nosotros mismos, es el deporte nacional. Sin embargo, no hay una persona más solidaria en el mundo que el dominicano.

Nadie, excepto un dominicano te presta una prenda tan íntima como un zapato. En ninguna tienda de USA, ni en el mismo hospital al que asisto, me traen un vaso de agua aún cuando me esté ahogando. Creo que alguna vez debemos pensar en lo bueno que somos, en la solidaridad que viene a ser una insignia nacional, en la alegría y la entereza con que sorteamos nuestros problemas. En la capacidad de trabajo que tenemos cuando vivimos en un país sin agua, ni luz, con tanta impunidad, con la medalaganaria actitud de muchos funcionarios, con impuestos hasta para caminar, con la comida cara y sobre todo sin ver la luz al final del camino. Sé que no es lo mismo cuando yo voy de vacaciones que el vivir día a día de mis compatriotas. La vida en RD es un caos.

Una se acuesta con una cosa y se levanta con otra, y así no se puede vivir. Así no se forma una nación. Y por eso es que los dominicanos de a pie son tan valiosos, casi rozando el heroísmo. Lo que nos faltaría es organización, para ponerle cara a los problemas. No quemando gomas, rompiendo carros, cerrando el acceso a la ciudad, pero sí con persistencia y buena dirección para hacerle frente a la ignominia que nos aplasta. Una ciudadanía organizada es lo que necesitamos. Pienso que esa sería la solución. Por lo demás, somos gente buena, alegre, trabajadora, tan solidaria que hasta nos prestamos los zapatos.


De Ligia Minaya / Escritora
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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