Un hombre que sufrió una crisis nerviosa, posterior a un accidente de tránsito, lleva 11 años encerrado en una jaula por decisión de sus familiares, quienes consideran que esta es la única forma de controlarlo.
El hombre es parte de una familia de Nibaje, La Vega, golpeada por la pobreza que se le dificulta conseguir la comida.
El enfermo permanece encerrado en un cuarto que parece una cárcel, conviven en condiciones infrahumanas y para agravar esta situación no consume ningún tipo de medicamentos que lo ayude con su enfermedad mental.
La familia asegura que no maltrata al hombre y que no dispone de recursos para medicarlo.
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