EL ADULON, UN PERSONAJE

Cuando Pedro fue electo senador, Juan, un miembro de su equipo de campaña, le dijo: “Tu madre es la misma virgen María, pues usted, mi jefe, es lo que más se parece a Dios”.

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, adular es: “decir inmoderadamente lo que se cree pueda agradar a otro”.

Para el Diccionario Larousse es: “alabar a alguien servilmente para ganar su voluntad”…

El adulón, que generalmente es un hombre joven e inteligente, casi siempre es especialista en piropos y ha comprobado que muchas personas, sedientas de reconocimientos, necesitan de sus halagos para sentirse más importantes.

En la percepción popular, estamos describiendo a un personaje que es llamado por otros, “limpia sacos”.

Aunque algunos seres humanos con cierto equilibrio de su autoestima rechazan a este tipo de personaje y afirman que “yo soy como el domplín, que no coge salsa”, como dicen los petromacorisanos. En el entorno de la politocracia, en el séquito presidencial, y en el ambiente de los funcionarios , encontramos estos alabarderos.

Muchas alabanzas suelen acompañarse de la solicitud de favores o de ayudas económicas.

En nuestro país, en la entrada a los medios de comunicación, en los locales de organizaciones políticas y en las oficinas publicas, se apostan los llamados “ pica pica” o pedilones vulgares que suelen expresarle a la víctima “Licenciado, recuerde que yo soy de la gente suya”.

Es posible que en la intimidad de los Presidentes siempre haya existido una suerte de “bufón del reino”, que son funcionarios intermedios que se dedican a la intriga, “a contarle diatribas al jefe” y a gestionar favores, incluyendo ligar o intermediar en las gestiones sexuales de los mandatarios.

Ya Plutarco, en la antigua Grecia, decía: “El adulador, al igual que la carcoma, penetra, sobre todo, a los tipos de madera blanda.

“La adulación -agrega-, no acompaña a las personas pobres, anónimas o débiles, sino que es un traspié de infortunio de las grandes casas y de los grandes asuntos y con frecuencia destruye soberanías y principados”.

Nunca, como hoy, observo una verdadera plaga epidémica de adulones y aunque es necesario promover los reconocimientos, los halagos justos y moderados, así como las alabanzas y buenas opiniones sobre los otros, hay que combatir esta peste que distorsiona las relaciones humanas llenándolas de hipocresía y manipulación.



Escrito por: CÉSAR MELLA
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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