El dominicano es desesperado: lo quiere todo pa'seguida, no le gusta hacer fila ni soporta estar detrás. Siempre quiere ir alante, aunque luego que está en esa posición se duerme y no le importan los de atrás.
¿De dónde le viene esa prisa al dominicano? Si hacemos caso de la historia, el dominicano, por el contrario, era dibujado durmiendo en una hamaca, en completo estado de postración. ¿Cuándo se produjo ese cambio que nos hace correr como desesperados hacia el buffet en una fiesta, o para cruzar un semáforo en amarillo (y hasta en rojo), a pesar de que el próximo tampoco da paso?
Para mí, todo es consecuencia de lo que Banfield llama el "familismo amoral", es decir la actitud de que lo mío y de mi familia está primero y estoy autorizado a hacerlo porque el otro en mi posición, haría lo mismo.
Pero, ¿prisa para qué? El día tiene como quiera 24 horas y en un país de tapones, nadie llega a ningún lado de todas maneras.
Los que más prisa tienen son los choferes de carro público, pero en ellos se entiende. La unidad de medida de su éxito es el pasajero, es decir, el número de pasajeros que montan al día y llegar primero a las esquinas habituales da una ventaja indiscutible.
Pero, ¿prisa en el supermercado, si quien anda haciendo la compra no va a cocinar? ¿Prisa en el banco?
Los dominicanos andamos con prisa, quizás porque el subconsciente nos dice que aquí las cosas se pueden acabar rápido y hay que llegar alante.
Se aceptan explicaciones.
atejada@diariolibre.com
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Interesante Post. Un Cordial Saludo desde Creatividad e imaginación fotos de José Ramón
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