Escribir corto es más difícil que escribir largo, aunque parezca paradógico. Es clásico el ejemplo de aquel señor que decía en una carta: “Te escribo largo porque no tengo tiempo para escribirte corto”. ¡Claro! La labor de síntesis toma tiempo y requiere un esfuerzo intelectual.
En las salas de redacción de los periódicos hay buenos ejemplos de ello, sobre todo cuando se le pide a un reportero o a un colaborador externo: “Tu artículo (o tu reportaje) debe tener 125 palabras”, y la computadora se encarga de contarlas y advertirle al escribiente que ya llegó al límite, y que si se pasa, su trabajo no cabrá en el espacio asignado y, por ende, no se publicará.
Recuerdo, por otra parte, la anécdota atribuida a don Rafael Herrera cuando instruyó a un reportero que debía hacer la crónica de un incendio ocurrido a la hora de cierre del periódico: “¡Escribe esa nota rápidamente y breve!”, a lo que contestó el joven periodista: “Si es breve, no puede ser rápida”.
Pero lo máximo en esa materia lo encontré en internet: un súper resumen de la Biblia en sólo 66 palabras, incluyendo el Viejo y el Nuevo Testamento. Esto no lo puedo disfrutar yo solo, de manera que aquí lo transcribo como el mejor ejemplo de síntesis:
“Dios creó, Adán mordió, Noé construyó, Abraham rasgó, Jacob huyó, José gobernó, el arbusto ardió, Moisés legisló, el pueblo emigró, el mar se abrió, la tierra prometida se encontró, Saúl se suicidó, David fundó, los profetas anunciaron, Jesús nació, Dios caminó, el Amor habló, la Ira crucificó, la Esperanza murió, Cristo resucitó, el Amor floreció, el Espíritu se encendió, la Palabra se difundió, Dios permaneció. Amén”.
Escrito por: Rafael Molina Morillo
( r.molina@codetel.net.do)
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