NUEVA YORK. Para Benny Lorenzo querer es poder. Lorenzo, hijo único de una familia campesina de República Dominicana, pasó de andar descalzo por las calles de Santo Domingo a ser presidente, gerente general e inversionista mayoritario de un banco de inversiones que maneja activos de millones de dólares. “Cualquier persona lo puede hacer si tiene el sueño”, asegura.
Pero Lorenzo, de 57 años, sabe que está parado sobre hombros de personas que le permitieron tener las oportunidades que tuvo y por eso ahora se preocupa de compartir su riqueza con la comunidad a través de donaciones a la Alianza Dominicana y otras organizaciones.
Su madre, Aleida Vogue, era una mujer analfabeta que vino a Nueva York en 1961 —él vino en el 63— que trabajaba en una factoría para darle educación. “Esa es la fuerte, la mujer clave”, recalca. Lo envió a una escuela católica en Nueva Jersey para que no se “perdiera” en las calles de Nueva York. Allí conoció a una monja italiana que influyó mucho en su vida y a la cual todavía visita. Luego fue al High School en Washington Heights y ahí una profesora puertorriqueña lo motivó a postular a las universidades Ivy League porque era muy buen alumno. Estudió ingeniería en Cornell y luego hizo una maestría en finanzas en Harvard con una beca. Así fue como entró al mundo de Wall Street y los bancos de inversión.
“Yo ni sabía qué era un Ivy League, menos lo que era Wall Street. Fue un proceso de descubrimiento. Soy una persona muy afortunada”, dice Lorenzo. Pero lo cierto es que hay mucho trabajo por detrás. Lorenzo se levanta todos los días a las 4 de la mañana y trabaja más de los que su esposa y sus dos hijos quisieran.
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