GUADALUPE VICTORIA, México. AP. Después de los sacudones violentos, se abrieron grietas en la tierra y en los pisos de cemento, las que se agrandaron rápidamente, y empezó a brotar el agua. Así fue como las siete casas de la familia Briceño, todas en la misma cuadra, cayeron en ruinas, obligándolos a dormir en sus autos.
Esta fue una de las historias más dramáticas de las pérdidas sufridas en el epicentro del sismo de magnitud 7,2 que remeció la zona el domingo de Pascuas. Pasados dos días, muchos temen entrar a sus casas o lugares de trabajo.
“La tierra se abrió, como un lápiz cruzando una hoja de papel, como una franja cruzando el piso”, dijo Diona García Briceño, la mayor de cinco hermanos, que perdió la casa donde vivía con su esposo y dos hijos.
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