EL LIMPIAVIDRIOS Y LA PELOTA INVISIBLE

Un adolescente haitiano limpia vidrios en la Gustavo Mejía Ricart y Lincoln


SD. Es domingo en la mañana. En el resto del mundo es Día de las Madres. Dice llamarse José Luis, pero su nombre real es Banfeló.

Anda ataviado con pantalón, chancletas y un t-shirt amarillo, sucio, con una marca de malta.

Se acerca a los autos y les propone limpiarle los vidrios. Cuando le dicen que no, hace con las manos, la cabeza y el torso unos ademanes que al principio parecen raros, pero si uno le presta atención, se da cuenta que está golpeando un balón imaginario.

Unas veces lo golpea con la cabeza, otras con los hombros, a veces con las rodillas o el empeine de sus pies.

Para Banfeló, el futuro pasa por ese balón imaginario, convertido en realidad, que con un golpe de suerte le lleve a la gloria y le saque para siempre del anonimato y de esa pobreza absoluta en la que cada mañana se busca los chelitos para poder echarse algo al estómago. Mientras llega la gloria, Banfeló mantiene un juego infinito entre cristal y cristal que limpia a los hermosos autos en el semáforo de la Mejía Ricart y la Lincoln.



De Alfonso Quiñones
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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