Escrito por: Carlos Manuel Estrella
(puntosyenfoques@hotmail.com)
Fanáticos del béisbol, deportistas en general, artistas y por extensión el pueblo, rindieron un postrer homenaje al fenecido José Lima, en un suceso sin precedentes, el funeral de mayor asistencia, apoyo popular y demostraciones de admiración hacia una persona extraordinaria realizado en Santiago.
El lanzador de las Águilas Cibaeñas, fallecido en Estados Unidos el domingo 23 de mayo, velado en New Jersey y el estadio Cibao, y sepultado una semana después en su tierra natal, trascendió a la pelota, se convirtió en espectáculo como atleta, atrajo multitudes a estadios aquí y en Grandes Ligas y demostró ser carismático e ídolo.
Sus honras fúnebres lo catapultan como personaje fascinante, querido en todos los segmentos sociales, en deporte y música, con el don de atraer a la gente y concentrar multitudes que de manera espontánea le manifestaron su aprecio más allá de la vida terrenal.
Ningún santiaguero, fallecido previamente, destacado o extraordinario en el ámbito político, empresarial o religioso ha sido objeto de un funeral como el del pelotero nativo de Zalaya, en el nuevo municipio de Sabana Iglesia y próxima a Las Charcas, en cuyo cementerio descansan sus restos.
En la despedida a Lima se confundieron deportistas y artistas, una mezcla de dolor, llanto y canto, la espontaneidad del pueblo llano´, que tanto admiró a esta figura, que tenía entre sus virtudes la caridad y la solidaridad, que supo ganar amigos dentro y fuera de los escenarios, que no renunció a la sencillez ni fue mareado por la fama.
Así fue Lima, el funeral lo reflejó, la multitud que acudió al estadio Cibao a despedirle, lo hizo como si asistiera a sus presentaciones de lanzador aguerrido, codesafiante y actuante como bufón, guapo o motivador de sus compañeros para hacer las delicias de los fanáticos de la pelota.
Mas allá de su partida física, el recuerdo y su carisma no mueren, se quedan entre los seguidores del béisbol y sus amigos de la música, se perpetúan en sus expresiones, gestos y sobrenombres como el mambo, la cacata o el inglés “Lima time”, para trastocarse en Lima en el tiempo de la eternidad, en el trono de los ídolos.
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