Mercedes Guzmán
Santiago. La sordera es un mal que afecta a millones de personas en el mundo, pero sobre todo a las personas que se exponen demasiado a los ruidos. La sordera por ruido o trauma acústico es un problema de salud que se presenta cada vez con mayor frecuencia, principalmente en población de países industrializados. El oído humano es un maravilloso órgano que permite captar y conducir los sonidos al cerebro para ser identificados, procesados y guardados en la memoria, pero cuando se someten a sonidos muy altos en volumen y los ruidos son constantes, su delicada estructura se daña en ocasiones de forma irreversible.
El doctor Eddy Estévez, otorrinolaringólogo del Centro Médico Cibao, clasifica la sordera en leve, moderada y profunda. La leve ocurre cuando la audición está entre 35 a 45 decibeles, la moderada; cuando está entre los 45 a 60, de 70 a 90 profunda y severa supera los 90 decibelios.
La sordera también puede ser genética o heredada y por enfermedades infecciosas como el sarampión, viruela, varicela, otitis media, herpes, virus y algunos medicamentos entre los que se encuentran los amino glucósidos, neomicinas, kanamicina y estreptomicina, que son de uso común por su bajo precio.
Igual podría ser provocada por algunos antiinflamatorios como son las aspirinas e ibuprofeno y naproxeno, así como los anticonceptivos, no obstante, aclara Estévez que esto no quiere decir que todo quien lo toma se enferme de sordera, sólo que hay personas con mucha sensibilidad en el oído y hay que estar atentos cuando se ingieren estos medicamentos a fin de reaccionar a tiempo.
Otras causas
Otras causas de la sordera es la penetración de cuerpos extraños, golpes en el oído, tumores y gripe en los niños que muchas veces se traspasa al oído, así como las perforaciones timpánicas, que podría ser ocasionada con algo tan inocente como un ruidoso beso en el oído. Y es que la mayor causa de sordera, como bien lo expresa el entrevistado, es la ocasionada por ruido.
En cualquier calle de las ciudades industrializadas, los ruidos superan los 85 decibelios que es la escala máxima de resistencia para el oído, ya que, a partir de ahí, explica Estévez-éste órgano, responsable del equilibrio del cuerpo, pierde la defensa. Las agentes más frecuentes de alto volúmenes en las calles son las bocinas, motores, la música rock, reggaetón, así como artefactos personales como los audífonos.
Las consecuencias del ruido generalmente no se manifiestan hasta años después con una disminución severa de la agudeza auditiva o en el peor de los casos, con una sordera permanente. El trauma acústico se puede clasificar según su daño. Cuando la pérdida es de primer grado, aparece un zumbido agudo molesto que desaparece progresivamente con el descanso y que puede ser continuo si la persona continúa expuesta al ruido por mucho tiempo.
Cuando es de segundo grado, el zumbido es más molesto y se aprecia una leve pérdida de la audición y en casos más severos la hipoacusia o pérdida de la audición es más severa y predomina el zumbido constante.
Avances
En términos de avances el otorrinolaringólogo mencionó la timpanoplastía y los auxiliares auditivos como son los audífonos para pacientes con sordera leve a moderada, pero lo último en la tecnología en esta materia son los implantes cocleares, pero es un recurso sumamente costoso.
Algunas medidas de prevención
Ante cualquier problema auditivo o zumbido en los oídos se debe acudir con un otorrinolaringólogo para recibir el tratamiento adecuado y evitar que el problema avance.
Entre lo que está indicado para proteger la audición está el consumo de vitaminas A, B, y en casos necesarios, medicamentos vasodilatadores que el médico determinará según cada paciente. Entre las principales medidas de prevención están: Disminuir el tiempo de exposición a sonidos constantes y fuertes, utilizar equipo de protección acústica en lugares de trabajo que produzcan mucho ruido, evitar subir el volumen de radios, televisores o videojuegos en cualquier sitio y evitar el uso de audífonos por largos ratos.
El doctor Estévez asegura que la prevención comienza desde el embarazo, cuando las mujeres deben evitar ingerir ciertos medicamentos ototóxicos.
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