Lo que hoy piden Víctor Ml. Durán y Emilio José Brea es que nos detengamos a mirar en pueblos, campos y ciudades, la arquitectura propia de esta tierra. Si no la miramos, la entendemos y nos la explicamos mejor, será difícil que perviva.
En su libro Arquitectura Popular Dominicana se aprenden palabras bellísimas como tejemanil o guardamalletas. Palabras que cualquiera sabía antes y que ahora estamos a punto de olvidar.
A estos dos arquitectos sólo les ha tomado unos 20 años de trabajo recoger ventanas, patios, respiraderos, tímpanos y aldabas, de las casas de alegres colores, humildes materiales, y acogedores puntos de reunión en que se ha desarrollado la vida de los dominicanos durante siglos.
La cuestión es que "la casa", como se lee en el libro y citando a Manuel Rueda "es lo central, un punto genuino de partida y de llegada. "Un espacio que es "símbolo inalterable de su clase e incluso su carácter", hablando de quien la habita.
Este volumen, realidad gracias al Banco Popular, no es sólo para arquitectos. Se lee con placer y se disfrutan las magníficas fotografías, que enseñan a mirar lo que ven los ojos curiosos de unos profesionales empeñados en contagiarnos su amor por la identidad de esta arquitectura.
Pensamos como hablamos y somos como vivimos. Y, avisan los autores, hay una manera de hacerlo que debe perdurar.
IAizpun@diariolibre.com
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