Se quitó la vida de un balazo en la cabeza, en su oficina del Palacio Nacional faltando 43 días para entregar la Presidencia a Jorge Blanco
Escrito por: CHICHI DE JESUS
(chichidejesus46@hotmail.com)
Don Antonio Guzmán Fernández, de cuya muerte se cumplen 28 años, es el único presidente constitucional dominicano que se suicida en el cargo. De no haberlo hecho, a 43 días de transferir el mando, habría sido el primer gobernante en obviar el continuismo, aunque en su momento hubo tímidos ensayos al respecto.
Desde aquel infausto domingo, 4 de julio de 1982, cuando el país perdió a uno de sus mejores presidentes, son muchas y variadas las especulaciones tejidas en torno a este lamentable y sentido hecho.
Muchos han sido los cuestionamientos sobre los motivos que llevaron al gobernante a quitarse la vida en el ejercicio pleno del poder. Hoy, 28 años después, no ha habido una versión clara y coherente sobre el traumático hecho.
Guzmán siempre tuvo más afinidad con el campo que con la política, actividad ésta última a la que ingresó a través del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), después de la muerte de Rafael L. Trujillo.
Su agresividad en las labores productivas hizo de él un hombre plenamente identificado con el desarrollo de su pueblo. Cuando su amigo, el Prof. Juan Bosch asume la Presidencia de la República, en febrero de 1963, lo designa secretario de Agricultura, cargo en el permaneció hasta el golpe de septiembre del mismo año.
Un año después, luego del desconocimiento del orden constitucional, pasó a formar parte del Comité Ejecutivo Nacional y de la Comisión Política del PRD y su presencia ciudadana y de hombre moderado tuvo evidente reconocimiento en los días difíciles de la revolución de abril de 1965, a través de la llamada “Fórmula Guzmán” le fue ofrecida la Presidencial Provisional de la República, bajo una serie de condiciones no cónsonas con sus sentir democrático.
En el año 1974 una coalición de partidos de oposición mediante el Acuerdo de Santiago lo escogió candidato a la Presidencial, pero una situación política aciaga motivó el retiro de los oposicionistas en el torneo de mayo de ese año.
El general retirado Elías Wessin y Wessin, recién llegado del exilio, fue el compañero de boleta de Guzmán.
Las elecciones se celebraron y sin la participación del Acuerdo de Santiago, y Balaguer legalizó una tercera victoria electoral con un aparente contrario: en débil Partido Demócrata Popular ({PPD), del contralmirante Homero Lajara Burgos, que ¿alcanzó? 170,367 votos.
La Novena Convención Nacional del PRD, celebrada a mediados de 1977, escogió a Guzmán su candidato a la Presidencia para las elecciones de 1978, las cuales ganó abrumadoramente, a pesar del despojo de 4 Senadores.
Desde que el poder el “presidente agricultor” emprendió de inmediato un conjunto de cambios en el ordenamiento burocrático, centrado en la eliminación de la corrupción administrativa, defensa de las libertades públicas y los derechos humanos y la despolitización de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
La ley de amnistía fue promulgada para favorecer a cientos de presos políticos y permitió el regreso de decenas de exiliados, decisiones que llenaron de júbilo y alegría al pueblo dominicano.
Los biógrafos de Guzmán (Angela Pena, Marcallé, Báez Guerrero, Carlos Cepeda, entre otros), hablan excelentemente bien de las cualidades humanitarias del presidente inmolado.
Específicamente Cepeda, en su libro “Los que mataron a Antonio Guzmán”, julio de 1989, Página 101, relata que siendo el general Nivar Seijas, agregado militar ante la Junta Interamericana de Defensa, con asiento en Washington, a través del general Mario Imbert Mcgregor, expuso al Presidente su interés de obtener, quizás por nostalgia, un fusil para su seguridad.
La orden del presidente fue “General, envíele ese fusil al general Nivar y ofrézcale todas las facilidades que necesite”. El otrora jerarca militar se fue a la tumba con un concepto muy elevado del ex Presidente.
En otra ocasión, después del supuesto intento de golpe de Estado contra el gobierno del PRD, donde involucraron injustamente a dirigentes y ex militares reformistas, el último Jefe de los Ayudantes Militares de Balaguer, en General Aurelio Rosario Polanco fue apresado y despojado del arma que por todos los derechos le pertenecía, además de que su cheque de pensionado le fue retenido durante 3 meses consecutivos.
Cuando Imbert expuso el caso al Jefe del Estado inmediatamente instruyó que localizaran al general Rosario y lo llevaran a su despacho.
Una vez allí, Don Antonio le pidió excusas al antiguo jefe militar, ordenó que le resolvieran su caso y ponderó la conducta ciudadana y “la gallardía que usted siempre ha mostrado”.
Estos son, a grandes rasgos, algunas pinceladas de don Antonio Guzmán, una figura señera que de estar presente en estos momentos en la vida terrenal, de seguro que su PRD no estaría en la rebatiña en que se encuentra esa agrupación.
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