
La psicóloga Elizabeth Gershoff (2002) luego de varias investigaciones concluyó que: “los padres de familia deberían golpear a sus hijos lo menos posible o no hacerlo en absoluto”.
Por otra parte Baurind ( 2002) y sus colaboradores entienden que:
“Los niños que han recibido nalgadas no muestran un daño psicológico a largo plazo, siempre que en su orientación los castigos estén respaldados por una crianza positiva”. Estos investigadores agregan que el “daño emocional se produce si el castigo es severo, constante y si se acompaña de malos tratos”.
Los castigos físicos frecuentes van “anestesiando” al muchacho, lo tornan agresivo y desafiante, al punto que algunos chicos les dicen a los padres golpeadores…”Ven dame, que a mí me da lo mismo”.
Dennis Coon en su libro “Psicología” aborda este espinoso tema formulando sugerencias para una disciplina constructiva con los siguientes consejos:
1.- Los padres deben distinguir entre la desaprobación de un acto y la desaprobación del niño en sí. Por ejemplo, en vez de decirle:
“Voy a castigarte porque eres malo” debemos expresar: “Me molesta lo que hiciste”.
En este caso suprimirle la tele por una hora o sentarlo de castigo en una silla durante media hora son consejos de manejo. Se recomienda limitar el tiempo para evitar castigos prolongados.
2.- No reprima a su muchacho cuando usted esté enojado, eso es muy frecuente en nuestra cultura. “Cuando papá llega incómodo del trabajo, le da pela a todo el mundo”. Decirle a un muchacho: “Criatura del diablo yo no sé para que te parí” es más doloroso en los sentimientos de tu hijo que varias nalgadas.
3.- El castigo por eliminación de privilegios suele dar resultados de inmediato y no lo utilice como amenaza: “Pedrito, mañana sábado no vas al cine por lo que acabas de hacer en la escuela”.
4.- El castigo físico severo antes de los dos años genera confusión y temor y después de los cinco, humillación y resentimientos.
5.- Un niño que pese a las orientaciones cruza la calle expuesto a ser estropeado por un vehículo, a veces merece una nalgada, pero ya, no exagere la pauta por “el susto que usted experimentó”.
6.- Es sumamente importante premiar las buenas acciones, con lo cual estamos reforzando el adecuado comportamiento.
Criar para cosechar excelentes ciudadanos es un arte que requiere de amor, paciencia y ofrecer ejemplos sanos a la descendencia.
El temperamento, la genética, las influencias de la calle, los medios de comunicación y la escuela conspiran contra nosotros, pero insistamos, estamos a tiempo.
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