En la madrugada del 22 de abril del año 2000, en menos de dos minutos, cerca de 30 agentes federales de Estados Unidos derribaron a patadas la puerta de la modesta casa de la Pequeña Habana donde vivía el niño Elián González con su familia.
Lo encañonaron dentro de un armario, lo arrancaron de los brazos del hombre que lo rescató del mar, lo cargaron llevándoselo como si fuera un saco de papas y se perdieron en la noche de Miami.
A partir de ese momento la vida de la comunidad cubana exiliada en Miami no volvió a ser la misma. Y la familia de los González se dividió al estilo del muro de Berlín.
El 25 de noviembre de 1999, día de acción de gracias, apareció aferrado a una goma de neumático. Elián González Brotons, tenía sólo 6 años.
En la travesía perdió la vida su madre, Elizabeth Brotons, y otras nueve personas. El guirigay formado por la familia miamense de Elián todavía perdura. La relación de la familia de Juan Miguel con sus parientes en Miami sigue afectada. No se tratan.
De los sucesos terribles que vivió Eliancito, como recuerdo quedó un museo pintado de un amarillo intenso llamado 'Batallas de ideas', ubicado en un antiguo cuartel de bomberos, en el centro de Cárdenas. Y esporádicas noticias en los medios oficiales, cuando se cumple el onomástico del famoso joven o una efemérides revolucionaria redonda.
Diez años después, Delfín González, uno de los tíos abuelos del ahora joven Elián, recuerda sentado en la cocina de su casa aquella madrugada en la que vinieron a buscarlo.
"Estábamos todos sentados alrededor de la mesa de la sala, esperando que los abogados terminaran las negociaciones con la [entonces secretaria de Justicia, Janet] Reno, cuando comenzamos a escuchar la gritería en la calle y sentimos que estaban tumbando la puerta a patadas", relata Delfín.
Del otro lado de la puerta, en medio del pandemonio creado por el gas mostaza con que el comando policial roció a un grupo de ancianos exiliados, que dormían en el suelo alrededor de la casa, dos agentes arremetían contra la puerta de madera.
La tumbaron al segundo golpe y, al instante, otros dos agentes armados con subametralladoras Heckler&Koch, modelo MP5SD, ordenaron a todo el mundo echarse al suelo. Registraron toda la casa habitación por habitación y localizaron a Elián dentro de un armario en los brazos de Donato Darlymple, uno de los hombres que lo encontró flotando frente a las costas de la Florida dentro de la cámara de aire de un neumático de fabricación soviética.
El “rescate” del niño fue transmitido en vivo y directo por la cadena CNN, advertida de antemano por la secretaria de Justicia, que no quería perderse un detalle de toda la operación.
La última vez
Cuando lo arrancaron de los brazos de Darlymple, Elián fue llevado en cuestión de segundos hacia el interior de una camioneta en la calle y perdió todo contacto con el mundo exterior cuando otro agente cerró violentamente la puerta con cristales oscuros.
Fue la última vez que la familia González lo vio. "Desde esa madrugada no tenemos ningún contacto, nunca más lo vimos. La familia quedó dividida y todo eso es culpa de Fidel [Castro], que se metió en todo este asunto y lo manipuló a su antojo", asevera Delfín, un antiguo pescador de 75 años que vive solo en la casa, ahora transformada en un museo del paso de Elián por la ciudad.
"Fidel siempre hizo todo para quitarnos el niño. Él convenció a la administración de Bill Clinton para que diera un giro político a algo que era apenas a un problema de familia", recuerda el anciano.
Por eso, "todos los intentos que hicimos para hablar con las abuelas y con José Miguel, el padre del niño y mi sobrino, no dieron resultados. Ellos siempre quisieron separarnos. Nosotros lo único que queríamos era que el padre viniera aquí, a nuestra casa, a conversar y le entregábamos el niño", agregó Delfín.
"Eso nunca sucedió. A lo mejor Fidel no confiaba en él totalmente, tenía miedo que se quedara aquí. Porque yo estoy seguro de que si nos sentamos a la misma mesa a conversar, el padre de Elián se queda en Estados Unidos".
Pocos contactos
Desde entonces, las noticias de Elián han sido ocasionales. Casi todas a través de la prensa, periodistas que viajan a la isla o familiares. Los González de Miami todavía tienen familia en la isla, hermanos y hermanas, que pese a la controversia, les mantienen al tanto del desarrollo "del niño" a hurtadillas.
Desde que volvió a Cuba, Elián ha vivido una vida más o menos en la oscuridad, apartado de la vista pública. Pese a que Fidel Castro dijo que nunca sería usado como un "trofeo" o en actividades políticas, lo cierto es que hasta que cayó enfermo en 2006, el líder cubano asistió a la celebración de todos los cumpleaños del niño, casi siempre realizados en su escuela, en el poblado de Cárdenas, de donde es oriundo, y ampliamente divulgados en la prensa oficial.
Sus apariciones públicas han coincidido con fechas de algún significado político, como los aniversarios de la Revolución de 1959 o los desfiles del Primero de Mayo.
Ha vivido siempre rodeado de agentes de seguridad que evitan que los extraños se le aproximen para que pueda, dicen funcionarios del gobierno, desarrollar una vida con "normalidad".
Hasta hace dos semanas, nadie fuera de su entorno sabía que Elián González estudia la secundaria en una escuela militar y es miembro de las juventudes comunistas.
Entonces apareció en público en el congreso de la organización y la prensa local lo fotografió desde todos los ángulos.
Sin embargo, la apuesta de Castro no estuvo exenta de riesgos políticos. El mayor de ellos fue permitir que Juan Miguel González, padre de Elián, viajara a EE.UU. con toda su familia y que se le instalara fuera del alcance de los diplomáticos cubanos.
Pero para los periodistas en ambas orillas, Juan Miguel se convirtió progresivamente en un hombre difícil. Consideraba que la prensa de Miami estaban manipulando y acosando a su hijo.
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