Durante la pasada semana, en diferentes escenarios se comentaba el tema del jonrón 600 de Alex Rodríguez, pero de inmediato venía la pregunta de quién era mejor si él o Albert Pujols.
Desde que tengo uso de razón, hace ya varias décadas, las comparaciones con ardientes discusiones son parte de este espectáculo que es el béisbol. No fueron una ni dos, diríamos que centenas de veces que participamos o escuchamos discusiones de si Mateo Alou era mejor que Manuel Mota, o si Julián Javier era superior a Pedro González, igualmente si Mickey Mantle era mejor que Willie Mays y luego las comparaciones de César Cedeño y Felipe Alou y en años recientes las de Pedro Martínez y Juan Marichal y Ken Griffey Jr. y Barry Bonds.
En 1986, un periodista de San Francisco Chronicle le preguntó en torno burlón a Roger Craig, siendo mánager de los Gigantes de San Francisco que quien era mejor de Ozzie Smith o el fenecido paracorto José Uribe y el veterano dirigente le respondió: "Por ahora para mi equipo es José, ya que está haciendo el trabajo, sobre todo las jugadas de rutina". Uribe ese año cometió 16 errores en 156 juegos.
¿Quién es mejor de Pujols o A-Rod?
Si Alex se hubiese quedado jugando en la posición seis lo colocaría de primero, pero en estos momentos y sin entrar en detalles de números, ya que las estadísticas son como los hilos dentales en las mujeres que enseñan una parte, pero no el todo, me quedo con Pujols por su consistencia ofensiva y su bateo para promedio. Si me tocara como gerente general participar en un sorteo seleccionaría de la forma siguiente: Albert Pujols, 1B, Cardenales; Joe Mauer, C, Mellizos; Alex Rodríguez, 3B, Yankees; Derek Jeter, SS, Yanquis; Tim Lincecum, PD, Gigantes; Roy Halladay, PD de los Filis; Hanley Ramírez, SS, Marlins; Ichiro Suzuki, RF, Marineros; Chase Utley, 2B, Filis y Ryan Howard, 1B, Filis.
Por cierto, que otro tema que se coloca sobre la mesa es si A-Rod, Barry Bonds, Sammy Sosa, Rafael Palmeiro y Roger Clemens recibirán al igual que Mark McGwire el voto de castigo de los periodistas para ser llevado al Salón de la Fama de Cooperstown.
Rodríguez, al igual que Mark McGwire, confesó con gruesas lágrimas haber usado esteroides. Impactante declaración que lo engrandece, ya que otros que se citan en el Informe Mitchell se colocan el chaleco salvavidas del silencio.
Lo de Pete Rose es diferente, su ludopatía lo llevó a mancillar el juego apostando y eso es imperdonable, sobre todo que negó decenas de veces que se había "lanzado", y cuando puso en circulación su autobiografía, para que se vendiera confesó que apostó, aunque dijo que nunca puso dinero en contra de su propio equipo.
Lo que le reprocho a Major League y a los que seleccionan a los inmortales de Cooperstown es que en ese templo haya confesos cocaineros, traficantes y mariguaneros y ellos no hayan decidido limpiar el salón bajando algunos diablos del altar.
brojas@diariolibre.com
De BIENVENIDO ROJAS
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