Escrito por: Rafael Molina Morillo
(r.molina@codetel.net.do)
Queriendo halagarla y ser cortés, le dije a una compañera de trabajo: “¡Qué bonita blusa roja tienes!”.
-No es roja- me contestó, -tiene un tono rojizo, pero no es roja.
No quise quedarme con esa corrección que me pareció ociosa e inexacta, y le ‘riposté’:
-En el arco iris hay cinco colores básicos, pero la computadora los descompone en miles de colores, y yo estoy partiendo de lo elemental, que es el arco iris, para decirte que me gusta tu blusa roja.
Como no nos pusimos de acuerdo, decidimos hacer una encuesta preguntándole a todo el que pasaba por el pasillo donde estábamos:
-¿De qué color es esta blusa?
La respuesta era tan obvia que los encuestados, sin excepción, empezaron a desconfiar y se preguntaban para sus adentros adónde estaría el truco o la trampa.
-Color remolacha- dijo uno.
-Púrpura- prefirió otro.
Un tercero opinó que era “color vino”.
-Anaranjado oscuro –inventó un creativo.
-Fuscia.
-Ladrillo.
-Sangre de toro.
El caso es que todos evitaron utilizar la palabra “rojo” para no caer en un gancho con una pregunta de respuesta tan evidente.
Al llegar a ese punto me puse a reflexionar y llegué a la conclusión de que los dominicanos siempre estamos a la defensiva, creyendo que “el otro” nos quiere engañar.
Finalmente, la blusa resultó ser de todos los colores… ¡menos roja!
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