Ustedes se imaginan cómo sería para los dominicanos residir siempre en un país de esos tan fríos que se acatarran hasta las focas, con una noche que dura seis eternos meses, tan civilizados, tan avanzados, tan organizados, tan programados y exactos ellos en todas sus cosas, que usted sabe de antemano lo que va a hacer el 20 de mayo del 2015, dentro de cinco años, a las 10:30 de la mañana, hora señalada para tomarse el café, revisar el expediente o ir al baño durante dos minutos treinta segundos, ni uno más ni uno menos, y hacer el pis diario que le permite la empresa.
Vamos, como para morirse de un ataque por pura intoxicación de rutina. En particular, preferimos los países más informales como el nuestro, puro caribe de sangre caliente, gente buena, simpática, abierta, dicharachera, tierra de canes y canchachanes, que no tiene mucho de organizado, no demasiado de civilizado, que todo va manga por hombro, pero a cambio es entretenido, emocionante y lleno de sorpresas por los cuatro costados.
Aquí la vida es tan azorada, en el sentido de que todo puede suceder, que en los veinte o treinta minutos próximos no se sabe muy bien si reiremos o lloraremos, si ganaremos o perderemos, o si llegaremos o nos quedaremos, cualquier cosa menos aburrirnos. Tanto se puede ir la luz por ocho horas con sus abucheos públicos de uuuhhhh, como venir por otras ocho con su celebración de un aaahhhh.
A diferencia de esos países tan estrictos con el control de alcoholemia, aquí uno se puede tomar un trago, o los que sean, en el carro y hasta pedirlo sin bajarse del mismo en un Drive Thru de esos, posiblemente los únicos que haya en el mundo, ¡oye, pásame un par de frías pa'l camino!...
O tal vez al llegar a su casa y en lugar de encontrar la paz hogareña, le espera un recibo de la luz que ha duplicado o triplicado el monto del mes pasado, ahí está la taquicardia, las maldiciones, la corredera a las oficinas, la reclamación que no prospera ni a tiros... ¡no dirán que no es mucho más excitante que esos países donde sólo cobran la energía que se consume!
O cuando vamos a cruzar un paso de cebra, en lugar de cedernos la preferencia, como peatones, un conductor sádico y masoquista acelera para vez la cara de pánico que ponemos. Ahí están los gestos de brazos, manos y dedos, la mai, el pai y toda la familia del vándalo al volante recordada. ¿No es más de aventureros eso que, que cumplir correctamente con el código de circulación.?
O uno está tan tranquilo y de pronto le llega una comunicación informándole que los intereses subieron cinco o diez puntos de un día para otro y ahí está la soga hipotecaria estirándole a uno el cuello hasta que Dios quiera o hasta que otro buen día se los bajan
¿Y qué decir de la puntualidad? Mientras en esas latitudes acudir cinco minutos tarde a una reunión es algo intolerable, aquí ser puntuales es casi una grosería, lo usual es llegar media hora tarde para no ser los primeros y encontrar el ambiente hecho y luego esperar media horita más a que el acto comience... con el vaso en la mano. Y si usted necesita urgente un "arreglador" de esos que lo saben todo para tapar la tubería que hace agua, vaya aprendiendo a nadar o alquile mejor una yola porque fácil tardará par de días en llegar ... excuse, Don, es que tuve que ir a San Juan de la Maguana al cumpleaños de un amigo y ya sabe... en una nación fría de esas lo hubieran demandado por incumplimiento de contrato, daños y perjuicios, etc., y aquí a las pocas hora de discutir acabamos siendo compadres.
En definitiva, como el título del famoso programa de Cornelia Margarita, somos así... así somos. Por cierto no me busquen debajo de una aurora boreal, prefiero el sol ardiente, aun con unas cáscaras de chinas y guineos por el suelo. Después de todo, son biodegradables.
De Sergio Forcadell
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