El Centro León de Santiago, para mí la mejor y más relevante institución cultural de República Dominicana, celebra su séptimo aniversario.
Su aparición se convirtió, para el Caribe -que ha sido crisol de culturas- en un catalizador de sueños, para los hacedores de metáforas.
Su rol le ha encaminado, con criterio científico, a convertirse en una institución promotora de lo mejor de las expresiones culturales de la región en la mayoría de las manifestaciones del arte, pero con énfasis en las artes plásticas y la música.
Se trata de una institución de vanguardia, donde tiene cabida no solamente lo más excelso del arte que se produce en Santiago de los Caballeros, o la capital o la nación dominicana, sino del resto del Caribe.
El equipo que encabezan Rafael Emilio Yunén y Lidia León, por la Fundación León Jimenes, está compuesto por personas capaces, decentes, cultas, especializadas y sensibles, cuyo mayor logro quizás sea, la más alta calidad del servicio. Y en ese sentido, cabe destacar el que le prestan a la comunidad en que está enclavado el Centro León; la estrecha relación que mantienen, lo cual ha ayudado a emprender determinados proyectos que se han revertido en una mejora de las condiciones de vida de familias de bajos recursos.
Le debo al Centro León más de una emoción, más de una amistad, más de un reencuentro. Así, no puedo olvidar la posibilidad que me dio el pasado Congreso de Identidad y Cultura, dedicado al bolero, de provocar la unión entre dos palmas de la cubanía: Olga Guillot y Omara Portuondo.
¡Felicidades, hermanos!
De Alfonso Quiñones
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