TODO SOBRE EL DORADO

Escrito por: Juan Carlos García
(juajua24@hotmail.com)



Unos 20 mil buscadores de tesoros han muerto persiguiendo la mayor fantasía de la codicia humana. Todo empezó cuando los españoles invadieron el Imperio Inca, en el Perú, en 1532 y descubrieron una fastuosa acumulación de oro y obras de arte.

En Cuzco, las paredes del templo del emperador estaban enchapadas en oro, incluso las cañerías eran de oro. Los españoles capturaron al emperador Atahualpa; pidiendo por él un rescate increíble: exigieron que se llenase de oro una enorme habitación. Los incas pagaron el rescate, pero los invasores, dirigidos por Francisco Pizarro, asesinaron a su rehén.

No satisfechos, desmantelaron el imperio y se lanzaron tras El Dorado, creando una madeja de leyendas que se confunde con La Atlántida y la noción de que la Tierra es hueca, donde existiría una pirámide de 100 metros de altura de oro macizo, que asciende o desciende por un mecanismo. Con el hallazgo de minas de esmeraldas, la leyenda se fortificó, hablando de sacos llenos de oro en polvo, enviados a un templo a 200 metros debajo la selva.

En 1545, Hernán Jiménez de Quesada, esclavizó a muchos indios chibcha y los obligó a vaciar el lago Guatavita. Con tres meses de operación, el lago descendió 12 metros. Cientos de objetos de oro emergieron al bajar las aguas, cerca del borde del lago, antes de que el intento fuera abandonado.

Un comerciante español reclutó 8000 indígenas y los lanzó a construir un canal para drenar el Guatavita, apoderándose de toneladas de oro y kilos de esmeraldas. Hoy se dice que El Dorado quizás no era un lugar, sino unas personas, un ejército de extraterrestres cuyas vestimentas y naves destellantes en luces doradas inmortalizaron el mito, al ser vistos con esa vestimenta por cientos de testigos. Un evocador texto de la época dice así: “brillaban como el sol y viajaban más alto que el sol”. El espíritu de El Dorado sigue vivo en pleno siglo XXI, ahora buscado por satélite.
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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