
Siempre me divertí mucho con este melmaciano en cuerpo de enano húngaro. Incluso ahora que programan las repeticiones de madrugada en canal 2 tengo que moderar la carcajada para no ser sermoneado por mis vecinos. A diferencia de otros marcianos más contrariados y sufridos, Alf era un extraterrestre con todo bajo control, con la inteligencia y razonamiento de un adulto brillante. Siempre solucionando emergencias (generalmente los destrozos que él mismo provocó) y hasta aconsejando al desorientado Willy Tanner o a la estresada Kate. Alf era peludo y amorfo, pero su sentido común lo hacía más humano que cualquiera.
Me caía muy bien Alf por eso escribo este post a manera de carta de despedida. Nunca pude decirle adiós a mi amigo melmaciano. De un momento a otro se fue, sin aviso ni anuncio formal el canal que lo transmitía comenzó a repetir capítulos. ¿Los melmacianos se llevaron a Alf? ¿Se fue a buscar a su novia Rhonda? Nada de eso, en Estados Unidos algún productor televisivo se hartó de marcianadas y regresó a este comegatos a su planeta de origen. Para nunca más volver.
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