EL MUNDO SEXUAL DE LAS CHINCHES

Aunque en República Dominicana estos insectos no son un problema de salud, en Nueva York, considerada la capital del mundo, es una amenaza


La primera particularidad del chinche de la cama o cimex lecularius (nombre científico), es el priapismo. La chinche de las camas no para un instante de copular. Algunos individuos tienen más de 200 relaciones al día.

A las chinches de las camas les cuesta distinguir a sus congéneres, tienen más dificultad para reconocer a los machos de las hembras. El 50% de sus relaciones son homosexuales, el 20% se producen con animales extraños, por último el 30% se efectúan con hembras.

Los chinches de las camas están equipados con un largo sexo de cuerno puntiagudo. Por medio de esa herramienta semejante a una jeringa, los machos perforan los caparazones e inyectan su semilla en cualquier parte, en la cabeza, en el vientre, las patas, la espalda e incluso el corazón de su dama.

La operación no afecta apenas a la salud de las hembras, pero, en tales condiciones, ¿cómo quedarse encinta? Desde el exterior, su vagina parece intacta y, sin embargo, ha recibido un golpe de pene en la espalda. ¿Cómo sobrevivirían entonces en la sangre los espermatozoides masculinos?

De hecho, la mayoría serán destruidos por el sistema inmunitario, como vulgares microbios extraños. Para multiplicar las posibilidades de que un centenar de gametos masculinos lleguen a su destino, la cantidad de esperma que sueltan es fenomenal. A título de comparación, si los chinches machos estuvieran dotados de una estatura humana, soltarían 30 litros de esperma en cada eyaculación. De esa multitud, sólo un número pequeñísimo sobrevivirá. Escondidos en los rincones de las arterias, emboscados en las venas, esperarán su hora. La hembra pasa el invierno invadida por esos inquilinos clandestinos.

En primavera, guiados por el instinto, todos los espermatozoides de la cabeza, de las patas, y del vientre se reúnen alrededor de los ovarios, los traspasan y se meten en ellos. La continuación del ciclo prosigue sin más problemas.

Sexos múltiples

A fuerza de ser perforadas en cualquier parte por machos poco delicados, las chinches hembras se encuentran cubiertas de cicatrices que forman rajas oscuras rodeadas de una zona clara. ¡Igual que blancos! De este modo se puede saber con toda precisión cuántos acoplamientos ha conocido la hembra.

La Naturaleza ha alentado esas bribonadas engendrando extrañas adaptaciones. Generación tras generación, las mutaciones han desembocado en lo increíble. Las chinches crías han empezado a nacer provistas de manchas pardas, areoladas de blanco, en la espalda.

A cada mancha le corresponde un receptáculo, “sexo sucursal” directamente unido al sexo principal. Esta particularidad existe actualmente en todos los escalones de su desarrollo: ninguna cicatriz, varias cicatrices receptáculo en el nacimiento, verdaderas vaginas secundarias en la espalda.

¿Qué ocurre cuando un macho es perforado por otro macho? El esperma sobrevive y corre como tiene costumbre hacia la región de los ovarios.

Al no encontrarlos, estalla en los canales deferentes de su huésped y se mezcla a sus espermatozoides autóctonos.

Resultado: cuando el macho pasivo perfora a una dama, le inyecta sus propios espermatozoides pero también los del macho con el que ha mantenido relaciones homosexuales.

La Naturaleza no termina de hacer experiencias extrañas sobre su cobaya sexual favorito. Los chinches machos también han mudado.

En África vive la chinche Afroximex constrictus, cuyos machos nacen con pequeñas vaginas secundarias en la espalda. Sin embargo, estos machos no son fecundos. Parecen que están ahí a título decorativo o para alentar las relaciones homosexuales.

Algunas especies de chinches tropicales, los antocórides escolopelianos, están dotados de ellos. El canal espermático forma un grueso tubo espeso, enrollado es espiral, en el que está comprimido el líquido seminal.

El esperma es propulsado luego a gran velocidad por unos músculos especiales que lo expulsan fuera del cuerpo.

De este modo, cuando un macho divisa a alguna hembra a varios centímetros de él, apunta con su pene a los blancos- vagina situados en la espalda de la damisela.El chorro surca el aire. La potencia de esos tiros es tal que el esperma consigue traspasar el caparazón, más fino en esos puntos. (Edmon Wells, enciclopedia del saber relativo y absoluto, Tomo II)
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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