(juajua24@hotmail.com)
El término fue acuñado en 1926 por Hugo Gernsback, cuando lo incorporó a la portada de una de las revistas de narrativa especulativa más conocidas de los años 1920 en Estados Unidos. El uso más temprano del mismo, parece que data de 1851 y es atribuido a William Wilson, pero su uso no se generalizó. Se le usa sin que nadie haya pagado un centavo por derechos de autor, aunque se estima que en la primera década de todo el mundo aplicarlo, su creador podía haber percibido 300 millones de dólares por ese concepto. Antes de crearse el concepto, todo lo que calificaba para tal se denominaba con nombres, como: Viajes fantásticos, Relatos de mundos perdidos, Utopías, Romances espaciales, o novelas científicas.
La primera obra de ciencia ficción con contenidos similares a los del género como hoy se entiende, es de 1818: Frankenstein, de Mary Shelley. Ya se han filmado 32 películas con este tema. En la mitología griega, se cuenta que Dédalo construyó estatuas de madera capaces de moverse solas, o sea, los primeros robots, hace 2300 años.
La Luna fue tema literario antes de 1818; dos de las más conocidas son Cyrano de Bergerac, en el siglo XVII, y la del Barón de Münchhausen, un siglo después. Pero el relato Somnium, de Johannes Kepler, de 1623 es el primero de ciencia ficción como tal.
En la década de 1850 aparece el autor más prolífico del siglo XIX en el campo de las aventuras de corte científico: Julio Verne, quien en 1863 publica su primera obra con contenido de ficción científica: Cinco semanas en globo, con 12 cintas filmadas sobre el tema al día de hoy.
Verne más tarde publicó su Viaje al Centro de la Tierra, que revivió la milenaria noción de que nuestro planeta es hueco, que en su interior viven seres superiores y que posee un sol interno diminuto que nunca se pone, dando origen a 7 películas al respecto.
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