Escrito por: José Rafael Sosa
(www,.joserafaelsosa.com)
Dos mujeres artistas han demostrado que para soñar hace falta poca cosa, pero que para construir los sueños, lo único imprescindible es volar muy alto y saber enfrentar cuantos retos imponga la realidad, cruel, desigual e injusta.
Germana Quintana, maestra de teatro, formadora de una larga relación de talentos, y Lidia Ariza, hace once años que decidieron establecer una pequeña sala de presentaciones de piezas de teatro.
Ellas analizaron que contaban con numerosas relaciones en el medio del teatro, debido a su labor de entrenamiento y dirección de varias compañías privadas, entre las que se destacaba esa gran cuna que a parido tan buenos actores y actrices, el Teatro del Club Arroyo Hondo.
Tenían ambas, pues, una serie de factores a su favor: el talento disponible para ensayar y presentar obras, eran conocidas y aceptadas gracias a una labor de multiplicación de sus conocimientos, la conciencia clara y su pasión por la escena.
Sólo estaban pendientes pequeños problemas de logística.Quintana y Ariza tenían, desde 1995, la Fundación Pro-Arte Dramático.
En agosto del 2000, inauguraron un concepto: el de la sala privada ìntimista. 40 butacas que estarían desde ahora disponibles todas los fines de semana.
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