Escrito por: Leo Corporán
(teenteraste2006@yahoo.com)
Gran dolor, confusión y varios incidentes matizan las honras fúnebres
El velatorio del Tigre fue doloroso y resultó el primer acontecimiento del 2011.
La directiva del Club Atlético Licey decidió, a unanimidad, realizar el velatorio y el funeral al concluir las fiestas navideñas.
Los ejecutivos de los azules prohibieron los chistes y no permitieron que nadie ajeno al dolor del Tigre se acercara al féretro.
Manolito Jiménez, reportero gráfico de El Nacional, fue expulsado de la funeraria, luego que se le acusara de ser un seguidor de las Aguilas.
Pío Santana, presidente de la Asociación de Cronistas Deportivos de Santo Domingo (ACD) fue mandado a callar por Pepe Busto, presidente del Licey, cuando protestó la injusta y trujillista medida de los directivos del Licey.
Algunos comunicadores se retiraron de la funeraria, mientras que otros, con compromisos económicos con los azules y miembros de las cadenas de televisión y radio, se quedaron y señalaron: “Queremos y respetamos mucho a Manolito, pero la cosa está muy dura y no queremos perder nuestros empleos”.
Ameriquito Celado acusó a los que se quedaron de “come cheques”.
Josín Busto, el hijo de don Pepe, estaba furioso, besaba constantemente al Tigre y decía: “Por qué moriste mi hermanito. Tu sabes lo que te quería Papá”.
El periodista Bienvenido Rojas, para mostrar su protesta por la mala dirección del Licey, asistió a la misa del Tigre vestido de rojo de pie a cabeza. Hasta los zapatos y las medias eran “colorá”.
Eso llenó de indignación a Tomás Troncoso y Roosevelt Comarazamy, quienes a pesar de las relaciones de amistad que los une con Bienvo, rechazaron la decisión y pidieron que el destacado periodista fuera sacado de la funeraria.
Los pobres
El primer rebú se originó cuando un grupo de accionistas millonarios del Licey quería que el Tigre fuera enterrado en el cementerio Puerta del Cielo, mientras otros reclamaban ser sepultado en Cristo Rey, Cristo Redentor o Cristo Salvador, de la carretera Mella.
Boyón Domínguez con lágrimas en los ojos que dejaban ver el dolor en su rostro, dijo: “Nosotros los pobres somos más. Los ricos ni van al play. Ellos no saben lo que es sufrir. Tengo semanas que no duermo. Me sueño todas las noches con el Tigre y todavía creo que no ha muerto”.
El vicepresidente
El vicepresidente de la República, doctor Rafael Alburquerque, un enfermo liceísta, ordenó mediante decreto 224-02 que el Tigre fuera sepultado en el cementerio de la Máximo Gómez y determinó llamar al mayor general Joaquín Pérez Félix, jefe de las Fuerzas Armadas, que enviaran 66 camiones de guardias para limpiar el campo santo, junto a Manuel Núñez, administrador de ese lugar, quien también fue repudiado con cartelones por ser seguidor del Escogido.
Vi a muchos guardias llorando y cuando pregunté me dijeron que eran liceístas y estaban sufriendo como si fuese su propia familia.
Se oponen a Luisín
Directivos del Comité Olímpico Dominicano (COD) se opusieron a que Luisín Mejía, otro seguidor enfermo del Licey, emitiera una nota de condolencia.
Colin Acosta, secretario del COD, dijo que ese organismo es imparcial y que estaba feliz con la muerte del Tigre, “pues yo soy escogidista”.
“Ojalá se muera mil veces el maldito Tigre”, indicó Luis Chanlatte, dirigente federado.
El profesor Nelly Manuel Doñé, asesor de Luisín, en busca de la armonía, le dijo a Mejía que asistiera a las honras fúnebres a título personal y el jefe del COD accedió.
El Jay Payano
Felipe Payano, ministro de Deportes, hizo “guardia de honor” al lado del cadáver del Tigre a pesar de que la directiva del Licey se opuso y dijo que no querían fotos ni camarógrafos de televisión.
José Cáceres, miembro del equipo de prensa del ministro Payano, ordenó tirar fotos y un miembro de seguridad lo agarró por la corbata y lo quería estrangular, pero por suerte el oficial del Ejército, Gilberto Soriano, asistente del Jay, sacó la pistola y puso a hincarse al que trató de humillar al reportero del matutino “Hoy”.
Cero flores
Miguel Ignacio Guerra, tesorero del Licey, ordenó que no se enviaran flores y que el dinero fuera utilizado en hacer un play en Haití.
A pesar del pedido de Guerra, llegaron a la funeraria 5 mil 416 coronas de flores, incluyendo una de Luis Manuel Bonetti, presidente del Escogido, que fue destruida por Francisco Busto, quien señaló que eso era una burla a la sufrida, adolorida y angustiada fanaticada liceísta.
Bonetti envió una carta a Pepe Busto por la acción de Francisco y el jefe del Licey, pidió excusas, aunque luego señaló, en privado, que el jefe del Escogido no podía hacer eso.
Félix Decena
Otro lío que se armó en el velatorio fue que Félix Decena, responsable de la transmisión del Licey, quería televisar el funeral y hubo oposición.
Eso disgustó a Decena, quien se mareó y cayó encima de la caja del Tigre. El pobre animal se rompió un brazo, y a pesar de estar muerto, fue enyesado por el doctor Dionisio Guzmán, otro furibundo liceísta.
Seguiré mañana con el tema.
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