LO QUE FALLO EN EL MERCADEO DE MIGUEL VARGAS MALDONADO

Miguel Vargas Maldonado nunca debió permitir una campaña gris en la Web en contra de Hipólito, ya que en vez de perjudicarle le sumó adeptos


Escrito por: Dionisio de Jesús
(dionisiodejesus@gmail.com)


Miguel Vargas Maldonado, ex precandidato presidencial del PRD.



Siempre he dicho y sostenido que el marketing en sentido general, y más en la apuesta política, es la batalla de las percepciones. Esa es la esencia de la tan cacareada palabra “posicionamiento”, tan sencillo; como te vendas, así te perciben.

Y en marketing político, más que en otras disciplinas, los errores se pagan y se cobran caros, pues quedas fuera de la “poesía”, del pastel, y te olvidan, así de sencillo, te olvidan, te tiran al mar del ostracismo, ¡que vaina!

Neney Cabrera lo sabe… o sabia, tal vez se le olvidó por tanto ajetreo, pues se lo ensené cuando fue mi alumno por los años 93 en la PUCMM, y se lo escribí hace un año cuando me pidió algunos consejos como amigo, pues al final se decantaron por esos exitosos estrategas extranjeros que llevaron a miguelito otra vez, a lo más oscuro del pozo y otros de nuevo cuño, dominicanos, que por ,y como quedaron los resultados, fueron más “la sal que el chivo”.

Pero bueno, vamos a lo que dijimos era el lid de estas notas. Los errores de Miguel y su gente. A decir de los especialistas en estas lides, que yo no lo soy, una campaña política, es una series de acontecimientos (tácticas y estrategias) que se van sucediendo a lo largo de la misma y que, dependiendo de la dependedura, hay que ir corrigiendo, achicando o ensanchando, en buen dominicano, lo que se hizo, se debería hacer y lo que es necesario dejar de hacer, viendo los pasos del contrario. A eso es lo que los gurús denominan “inteligencia del mercado electoral”.

Miguel y su gente sabían o sino lo sabían, ya es tarde “para ablandar habichuelas”, que las campañas se ganan con propuestas, con estrategias, pero a más de eso, con el corazón. Y este, es a “ojo de buen cubero”, el primer error de estos acuciosos estrategas: una campaña tiene que emocionar, encantar y enamorar a su blanco de público, en este caso, el mercado de los perredeistas (a parte de esa franja –morada y roja- que dicen ellos que ejerció el sagrado ejercicio del sufragio al voto) en favor de “Papa”. Pero además, una campaña debe vender esperanza de que “conmigo” algo nuevo vaya a suceder; una campaña debe de orquestarse con la razón para llegar al corazón.

Y sobre todo, una campaña en un partido como lo es el PRD que ha perdido tres elecciones consecutivas y su militancia espera con ansias que algún mesías les redima y marque el camino a seguir por que no está fácil quedar otra vez en la “gatera”.

Pensémoslo bien, el partido no es una empresa personal, Peña Gómez lo entendió siempre, el PRD es una series de grupos a los cuales había que garantizar su cuotas en aras de la cacareada unidad, dependiendo de por dónde soplen los vientos, se le debe poner más hilo a la cometa; por eso, el querer que se vea como mi propiedad le restó mucha credibilidad a la labor de árbitro (si es que quiso alguna vez tenerla), el Presidente, pues en la contienda de los organismos de base y que dio al traste con las aspiraciones de Tony Peña Guaba y Guido Gómez Mazara, no actuó como tal.

Y se vio reflejado en su campaña mediática, pues a más de concitar, emocionar, fue fría, calculadora, sin poesía, porque se creyó, repito, que ese partido era su empresa, pero la empresa del PRD, era la empresa del corazón, pero de todos ellos los que apuestan por sacar al PLD del poder. Hipólito lo entendió, de ahí ese spot televisivo en que desde la música, su tono paternal, lo sobrio de su puesta en escena, logró la audiencia que quería con ese targetporque le vendióespiritualidad a esas masas irredentas de perredeistas que esperan otra vez llegar a las mieles del poder.

Tercer error del Ingeniero Vargas, la política no se reduce a números, aunque a fin de cuentas, el día de la votación, son los votos los que cuentan y se cuentan, y aunque ese trabajo que modernamente se llama “targeting territorial”, no menos cierto, es que eso no se consigue sin un enamoramiento emocional profundo en la psiquis de los electores; por eso, Hipólito con su tigueraje lo consiguió y el sangrú de Miguel se quedó “gueliendo donde guisan”.

Zapatero a su zapato, tremendo lio, pues las campañas políticas se ganan con estrategas que sepan lo que están haciendo, que conozcan el terreno por el que caminan, que prevean los movimientos del contrario; pero algo más importante, es que tengan sentido común, el mayor de los sentidos, en estos menesteres.

No se puede pretender ganar, si se tiene de consejeros a personas que más que estrategas, son comerciantes, tenderos que nunca han visto la vida con emoción (para ellos los números o sus números son los que mandan), y a comunicadores demasiados rígidos y racionales, que no ven que las comunicación es de doble vía (retroalimentación).

Y unos consultores extranjeros que Dios guarde, pues en las dos elecciones que han trabajado con Miguelito, lo que han hecho es extrapolar recetas de otros escenarios, muchas veces fallidas en estos, más si se es comentarista de CNN, cuando lo que busca en cada visita de consultoría, es llevarse “la funda de cuartos” y ya, al fin no es su guerra, si la pierden amen, se van con su música a otro mercado electoral, que por aquí siempre estamos en elecciones permanentes.

Aunque el consultor de Hipólito no se queda atrás, ya que su slogan estoy casi seguro que es de una campaña del Cono Sur, que cosa son genios, sobre todo si se es chileno y el complejo de Guacanagarix.

No tuvieron un acertado análisis del mercado político electoral y esa guerra de encuestas lo cegó.

Porque si se hubiesen detenido a ver qué pasaba en los manos a manos, de seguro tendría elementos suficientes para darse cuenta que “ya la pava no pone donde ponía”, porque ese éxodo de dirigentes algo le tendría que decir y la calidad del dato de los estudios.

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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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