Shakira |
Problemas técnicos y organizativos, y por último una desafortunada selección de temas en el show de Shakira, dieron al traste con el esperado Shakira Pop Festival.
Una maldición rondó sobre el evento de George Nader Producciones desde su anuncio: un concierto organizado por su contrincante Saymon Díaz metió baza y al final puso a correr al joven empresario; luego un tal Bergantiños quiso meter tumbagobiernos por doquier con una demanda a George Nader padre. Decía que tenía orden de embargo contra el concierto. Se le pidió la orden firmada por un fiscal, pero nunca la llegó a enviar a los medios. Por último, ya en el concierto, una tardanza de 1 hora y 20 minutos entre Pitbull y Shakira.
Pitbull, más groserías y vulgaridades no pudo decir o insinuar, para un público tan heterogéneo, compuesto por gente de todas las edades y gustos, donde pudo demostrar, pero no lo hizo -como sí en otras ocasiones- que merecía un Casandra Internacional. (Dicho sea: habían demasiados niños en un evento tan multitudinario: un peligro).
Antes que él, rayando las 7 de la noche, aún entre dos luces, con el VIP solitario pero las gradas ya pobladas, se presentaron Bocatabú; Vicente García; Ilegales; Héctor Aníbal y Secreto. Desde las gradas la gente los animó y aplaudió. Pero, ¿qué fue el Shakira Pop Festival? ¿Qué de festival tuvo? Un festival es otra cosa, con coherencia, compacto y una sucesión de artistas.
Me pregunto qué le habría pasado a Shakira si le llega a ocurrir esa tardanza en el Festival de Viña del Mar. Sencillamente, ni salir puede a escenario. De modo que este es un público noble, que le aguantó con pasmosa disciplina temas lentísimos, desesperantes, entre otros conocidos. Y le aguantó 1 hora y 20 y tantos minutos de música apenas, tras tanta espera. No bastaron el doctorado en caderas, un show bien concebido, pero deslucido por las dificultades técnicas (alguien me dijo que un equipo se había quedado y llegaba en el vuelo de American a las 10 de la noche; otra que unas plantas eléctricas fallaron). Finalmente, tras larga espera y aislados reclamos, Shakira comenzó con Pienso en tí, a las 11.10 pm. Años luz; Te dejo Madrid; Si te vas; Suerte (aquí cuatro jóvenes subieron a dar cadera con ella) y entonces Inevitable (Shakira-Medusa con guitarra) donde la gente coreó; así discurrió.
A esas alturas, después del quinto tema, las pantallas dijeron adiós, e hicieron mutis. Más nunca se pudo ver a Shakira-Medusa de cerca. Los que estábamos en un costado, incluso, no pudimos verla más si no salía a la pasarela que se alargaba por unos 12 metros delante de la plataforma.
Nothing Else Matters, un tema sacado de la memoria de Metallica, donde logra fusiones espectaculares, más teatral que para concierto de estadio, donde lo árabe y lo folclórico latinoamericano se mezclan, con textos en inglés, unió Despedida y luego Gitana. Especie de suite en la que más que nada demostró sus habilidades danzarias.
Llegaron La tortura; Ciega Sordomuda; Sale el sol; La de la intuición; Loca, (coro nacional de 40 mil voces y El Cata); Loba; Ojos así (el tema que puso de moda el belly dance); y ya en ñapa Antes de las seis; Hips don't lie y Waka waka. En general, bien concebido, pero sin pantallas un desastre.
Shakira-Medusa, como las Gorgonas, prohibe que se le mire, que se le acerquen, que se le vea de cerca, que se le importune. So pena de quedar petrificado, como hacían Medusa, Esteno y Euríale.
De Alfonso Quiñones
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