El Duque Hernández |
El pintoresco serpentinero, que se echó a Nueva York en el bolsillo con sus fluidos movimientos y sus envíos enmarañados a finales de los 90, decidió poner fin a una carrera que comenzó en 1986 con los Industriales de la capital cubana.
El Duque, que tomó el sobrenombre de su padre, también lanzador en las décadas de los 60 y 70, ascendió rápido en el béisbol de la isla, pero tras diez campañas exitosas fue suspendido de por vida, acusado de intentar desertar hacia las Grandes Ligas.
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