El primer artículo del acuerdo establece la religión Católica como oficial de República Dominicana y gozará de los derechos y prerrogativas en la ley divina y el derecho canónico
Este 16 de junio se cumplieron 57 años de la firma del Concordato entre la Santa Sede y el Estado dominicano, instrumento que constituye “la norma que regula las recíprocas relaciones de las ”altas partes” contratantes, de conformidad con la ley de Dios y la tradición católica de los dominicanos”
En representación del Papa Pío XII firmó monseñor Dominico Tardine, secretario de asuntos eclesiásticos del Vaticano, y por el Estado dominicano, “el generalísimo y doctor” Rafael L. Trujillo Molina. La firma se efectuó en Roma y el protocolo en Estancia Ramfis (donde está la Cancillería), el 10 de julio del mismo año. El acuerdo fue refrendado mediante resolución número 3874 del Congreso Nacional.
El convenio fue redactado por el sacerdote higüeyano Zenón Castillo de Aza, el autor de la idea de otorgar a Trujillo el título de Benefactor de la Iglesia Católica “en reconocimiento al extraordinario respaldo económico y moral” ofrecido por Trujillo a la curia
Conforme el instrumento legal el Estado reconoce a la Iglesia el carácter de sociedad perfecta y le garantiza el libre y pleno ejercicio de su poder espiritual y su jurisdicción. Le reconoce personalidad jurídica a todas las instituciones y asociaciones religiosas, admite los nombramientos de los arzobispos y obispos, “previa comunicación al Gobierno del nombre del elegido”, exonera del pago de impuestos de inmigración al clero extranjero y reconoce y garantiza la propiedad de la Iglesia sobre templos y edificios religiosos.
Además, crea las capellanías militares, reconoce los días festivos establecidos por la curia, avala el matrimonio canónico y no acepta el divorcio conyugal y, finalmente, apoya la enseñanza religiosa en las escuelas. Aunque el Concordato no otorga inmunidad a los sacerdotes, contempla un sistema que permite (en caso de acusación contra un mitrado) que la justicia comunique el hecho a la autoridad religiosa y en caso de condena, “el sancionado purgará la pena separado de los laicos”.
El artículo 26 del convenio consigna el compromiso de la Iglesia católica de “rezar y cantar al final de cada función litúrgica, una oración por la prosperidad de la República y su Presidente (Trujillo)”. Esto se hacia todos los domingos y días de fiesta católica, en todas las iglesias, catedrales y parroquias en el territorio nacional.
Luego del Concordato era frecuente la presencia de los dignatarios eclesiásticos en público apadrinando con sus palabras las ejecutorias del régimen. Esto estuvo vigente en los años comprendidos entre 1954 hasta mediados de 1959, durante la gestión de monseñor Salvatore Siino, al frente de la Nunciatura Papal.
El nuncio Sanini fue sustituido en octubre de 1959 por Lino Zanini, hombre de ideas avanzadas, de carácter enérgico y decidido, quien de inmediato diseñó un plan de acción que varió totalmente la programación de las máximas autoridades católicas. Originalmente Zanini debió llegar al país el 24 de octubre, pero hizo escala en Puerto Rico para no estar presente en los “aposteósicos” festejos de celebración del onomástico de Trujillo, el 24 de octubre, Día de San Rafael.
Las relaciones del nuncio con el régimen siempre fueron accidentadas, y las diferencias llegaron a su clímax con la negativa del sacerdote a bendecir la inauguración de la Feria Ganadera y a pronunciar las palabras protocolares del acto central. Al rechazar la invitación Zanini expuso que su “misión era esencialmente diplomática y el encargo que se me hace puede ser asumido por cualquier autoridad ordinaria de la Iglesia”.
Escrito por: Chichí De Jesús Reyes
El dictador Rafael Leonidas Trujillo y el Papa Pío XII, durante la firma del Concordadto en el Vaticano en 1954. |
En representación del Papa Pío XII firmó monseñor Dominico Tardine, secretario de asuntos eclesiásticos del Vaticano, y por el Estado dominicano, “el generalísimo y doctor” Rafael L. Trujillo Molina. La firma se efectuó en Roma y el protocolo en Estancia Ramfis (donde está la Cancillería), el 10 de julio del mismo año. El acuerdo fue refrendado mediante resolución número 3874 del Congreso Nacional.
El convenio fue redactado por el sacerdote higüeyano Zenón Castillo de Aza, el autor de la idea de otorgar a Trujillo el título de Benefactor de la Iglesia Católica “en reconocimiento al extraordinario respaldo económico y moral” ofrecido por Trujillo a la curia
Conforme el instrumento legal el Estado reconoce a la Iglesia el carácter de sociedad perfecta y le garantiza el libre y pleno ejercicio de su poder espiritual y su jurisdicción. Le reconoce personalidad jurídica a todas las instituciones y asociaciones religiosas, admite los nombramientos de los arzobispos y obispos, “previa comunicación al Gobierno del nombre del elegido”, exonera del pago de impuestos de inmigración al clero extranjero y reconoce y garantiza la propiedad de la Iglesia sobre templos y edificios religiosos.
Además, crea las capellanías militares, reconoce los días festivos establecidos por la curia, avala el matrimonio canónico y no acepta el divorcio conyugal y, finalmente, apoya la enseñanza religiosa en las escuelas. Aunque el Concordato no otorga inmunidad a los sacerdotes, contempla un sistema que permite (en caso de acusación contra un mitrado) que la justicia comunique el hecho a la autoridad religiosa y en caso de condena, “el sancionado purgará la pena separado de los laicos”.
El artículo 26 del convenio consigna el compromiso de la Iglesia católica de “rezar y cantar al final de cada función litúrgica, una oración por la prosperidad de la República y su Presidente (Trujillo)”. Esto se hacia todos los domingos y días de fiesta católica, en todas las iglesias, catedrales y parroquias en el territorio nacional.
Luego del Concordato era frecuente la presencia de los dignatarios eclesiásticos en público apadrinando con sus palabras las ejecutorias del régimen. Esto estuvo vigente en los años comprendidos entre 1954 hasta mediados de 1959, durante la gestión de monseñor Salvatore Siino, al frente de la Nunciatura Papal.
El nuncio Sanini fue sustituido en octubre de 1959 por Lino Zanini, hombre de ideas avanzadas, de carácter enérgico y decidido, quien de inmediato diseñó un plan de acción que varió totalmente la programación de las máximas autoridades católicas. Originalmente Zanini debió llegar al país el 24 de octubre, pero hizo escala en Puerto Rico para no estar presente en los “aposteósicos” festejos de celebración del onomástico de Trujillo, el 24 de octubre, Día de San Rafael.
Las relaciones del nuncio con el régimen siempre fueron accidentadas, y las diferencias llegaron a su clímax con la negativa del sacerdote a bendecir la inauguración de la Feria Ganadera y a pronunciar las palabras protocolares del acto central. Al rechazar la invitación Zanini expuso que su “misión era esencialmente diplomática y el encargo que se me hace puede ser asumido por cualquier autoridad ordinaria de la Iglesia”.
Escrito por: Chichí De Jesús Reyes
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