TODO SOBRE LA EXTINTA MAQUINA DE ESCRIBIR

Escrito por: Juan Carlos García
(juajua24@hotmail.com)


Desde 1920 estuvo presente en las oficinas del mundo, desapareciendo hacia el 2000. 70 fábricas suplieron el mercado mundial, con 400 mil pedidos por mes y 30 mil obreros. 2009 fue el cierre de la última fábrica, en Italia. Miles de secretarias y empleados ostentaban el pomposo título de mecanógrafo. El artefacto se convirtió además en compañero inseparable de los escritores.

En 1957 una empleada típica podía mecanografiar 75 oficios diarios, con 9 copias al carbón por cada uno, debiendo cambiar la cinta impresora cada semana por el desgaste. La bullita del teclado llegó a reunir 3 mil personas escribiendo al mismo tiempo, según los record Guinnes. Hoy en día, la forma abreviada CC, que designan las copias de los mensajes de correo electrónico, es una herencia de las máquinas de escribir, porque que el papel carbón hace rato que también se extinguió.
Una encuesta probó que el ingenioso timbre marginal que avisaba cuando se llegaba al borde del margen, es su recuerdo más evocador.

En el proceso también han muerto las palabras mecanógrafo y copista, aunque escribiente aún patalea, en su lugar todos decimos digitador.

Asombrosamente, la vetusta máquina de escribir sobrevivió a grandes inventos mucho más recientes, que la vertiginosa marcha de la tecnología barrió: el walkman, el beeper, el teléfono de disco, el papel de forma continua para hacer la nómina, el televisor con patas y con antenas, el betamax y los vhs, la cámara de fotos con rollo y el colosal celular tipo ladrillo. La primera publicidad de la maquina de escribir, de 1920, decía así: “Mas asombrosa que el ferrocarril, Mas rapida que su velocidad”, aunque su inventor sabia que algún día pasaría de moda, por eso, a modo de chanza, dijo: el único invento que nunca dejará de ser actual es el papel de baño, porque nació perfecto.

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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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