Escrito por: Juan Carlos García
( ((juajua24@hotmail.com)))
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Hay una sola clase social, una clase fotográfica uniforme, ni media, baja o pobre, bellas y solícitos todas y todos, rostros rozagantes cuerpos atléticos, no hay carencias, sólo felicidad, donde la sonrisa es su divisa de curso corriente, sus comentarios oportunos, sucintos, todo mundo opina y la opinión grabada queda, muy conveniente, ya que en la era digital a la que nos hemos “adictado”, tenemos mucha tecnología a nuestro alcance y muy pocas ganas de escuchar, ¿Tenemos todos un gran futuro socializando de esta forma o se trata de una burbuja boba de la que todos participamos?
Las redes sociales son el corazón de una revolución imparable que avanza como un tsunami por todos los ámbitos sociales, políticos y económicos. Son un medio de relación sobre el que no existe precedente, a través de los cuales uno es capaz de alcanzar a todos aquellos que quieren intercambiar opiniones de una manera directa sin limitaciones de tiempo o espacio. Nadie puede despreciar la posibilidad de contactar y ser contactado directamente por 520 millones de facebookinos o twitteros, (facebook-twitter) por sólo mencionar las más populosas redes sociales, y cada día se suman unos 50 mil nuevos usuarios. Hasta allí está bien.
Por otro lado, se esgrime algo horripilante, tenebroso y atroz, que se trataría de la máquina de espionaje más formidable que ha sido inventada, que hace de nuestra privacidad un potencial objeto público, una base de datos gigante con nombres y datos de personas, mantenida voluntariamente por ellas mismas pero desarrollada para el uso de la inteligencia de una Superpotencia. ¡Espeluznante! De ser cierto, Matrix, la película, tenía razón.
El avance virtual sobre el real es indetenible, con sus pros y contras, aunque yo me alineo con la visión del presentador de televisión español Andreu Buenafuente, que recomienda a los internautas “mover más el trasero y menos el ratón del ordenador”.
( ((juajua24@hotmail.com)))
Las redes sociales son el corazón de una revolución imparable que avanza como un tsunami por todos los ámbitos sociales, políticos y económicos. Son un medio de relación sobre el que no existe precedente, a través de los cuales uno es capaz de alcanzar a todos aquellos que quieren intercambiar opiniones de una manera directa sin limitaciones de tiempo o espacio. Nadie puede despreciar la posibilidad de contactar y ser contactado directamente por 520 millones de facebookinos o twitteros, (facebook-twitter) por sólo mencionar las más populosas redes sociales, y cada día se suman unos 50 mil nuevos usuarios. Hasta allí está bien.
Por otro lado, se esgrime algo horripilante, tenebroso y atroz, que se trataría de la máquina de espionaje más formidable que ha sido inventada, que hace de nuestra privacidad un potencial objeto público, una base de datos gigante con nombres y datos de personas, mantenida voluntariamente por ellas mismas pero desarrollada para el uso de la inteligencia de una Superpotencia. ¡Espeluznante! De ser cierto, Matrix, la película, tenía razón.
El avance virtual sobre el real es indetenible, con sus pros y contras, aunque yo me alineo con la visión del presentador de televisión español Andreu Buenafuente, que recomienda a los internautas “mover más el trasero y menos el ratón del ordenador”.
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