Escrito por: Rafael Peralta Romero
( rafaelperaltar@hotmail.com)
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En la legislación dominicana, como en muchas otras, la acción de quitar la vida a una persona se denomina homicidio. El homicidio revestirá mayor o menor gravedad dependiendo de las circunstancias que lo rodeen.
Pudo resultar involuntario, pero homicidio al fin. La víctima puede ser mujer como ser hombre: es la muerte de una persona. La raíz “homo” significa igual o semejante.
Tal vez el homicida no haya conocido a su víctima, pero también podría ocurrir que sostenga con ésta una relación familiar, a partir de lo cual el homicidio, nombre genérico para la muerte de un ser humano, adquiere otras denominaciones, según el vínculo que haya unido al matador con el fallecido.
Con el sufijo “cidio” - significa que mata- se forman palabras que llevan una raíz indicativa, de acuerdo a su etimología, de la especificación del parentesco del homicida con su víctima. Así tenemos que el hombre que mata a su mujer (esposa, concubina, compañera...) se denomina uxoricida, pues ha cometido un uxoricidio.
Hay una palabra más general que ésta, pues incluye la muerte de los parientes consanguíneos, en línea ascendiente o descendiente. Y también se refiere a la muerte del cónyuge, cual que fuere la víctima. De modo que será el término a emplear cuando un hombre muere a manos de su mujer, pues nadie inventará “hombricidio” ni “maridicidio”. No hay ONG para eso.
Lo que sí se ha inventado, y se inventó con fuerza arrolladora, es una nueva acepción para la palabra feminicidio. Consiste en referirse con ella a la muerte de una mujer. La muerte violenta de una mujer se tipifica homicidio. Si la matara su marido sería un uxoricidio; si fue un hermano, es soricidio, pero si lo hizo otro pariente es parricidio. Pero no feminicidio.
Consecuencia de la desastrosa descomposición que padece nuestra sociedad, se hacen frecuentes los homicidios de mujeres por parejas o ex parejas que en la mayoría de los casos también cometen suicidio. Organizaciones sociales, líderes religiosos y medios de comunicación condenan cada día estos crímenes a los que llaman “feminicidios”.
El espacio se acaba, quiero citar la precisión de la autoridad de la lengua española al respecto: “Igual que el término genocidio alude a la eliminación sistemática de un grupo social por su raza, etnia, religión, etc., la palabra feminicidio denota al asesinato sistemático de mujeres, esto es, aquellas matanzas en las que se asesinan a las mujeres por el hecho de ser mujeres. Por ello, no es apropiado emplearla cuando se trate del asesinato de una sola mujer, ni tampoco para referirse a todas las muertes en las que la víctima ha sido una mujer”.
De modo que con “feminicidio” – creo yo- se cometen a diario “idiomicidios”.
Pudo resultar involuntario, pero homicidio al fin. La víctima puede ser mujer como ser hombre: es la muerte de una persona. La raíz “homo” significa igual o semejante.
Tal vez el homicida no haya conocido a su víctima, pero también podría ocurrir que sostenga con ésta una relación familiar, a partir de lo cual el homicidio, nombre genérico para la muerte de un ser humano, adquiere otras denominaciones, según el vínculo que haya unido al matador con el fallecido.
Con el sufijo “cidio” - significa que mata- se forman palabras que llevan una raíz indicativa, de acuerdo a su etimología, de la especificación del parentesco del homicida con su víctima. Así tenemos que el hombre que mata a su mujer (esposa, concubina, compañera...) se denomina uxoricida, pues ha cometido un uxoricidio.
Hay una palabra más general que ésta, pues incluye la muerte de los parientes consanguíneos, en línea ascendiente o descendiente. Y también se refiere a la muerte del cónyuge, cual que fuere la víctima. De modo que será el término a emplear cuando un hombre muere a manos de su mujer, pues nadie inventará “hombricidio” ni “maridicidio”. No hay ONG para eso.
Lo que sí se ha inventado, y se inventó con fuerza arrolladora, es una nueva acepción para la palabra feminicidio. Consiste en referirse con ella a la muerte de una mujer. La muerte violenta de una mujer se tipifica homicidio. Si la matara su marido sería un uxoricidio; si fue un hermano, es soricidio, pero si lo hizo otro pariente es parricidio. Pero no feminicidio.
Consecuencia de la desastrosa descomposición que padece nuestra sociedad, se hacen frecuentes los homicidios de mujeres por parejas o ex parejas que en la mayoría de los casos también cometen suicidio. Organizaciones sociales, líderes religiosos y medios de comunicación condenan cada día estos crímenes a los que llaman “feminicidios”.
El espacio se acaba, quiero citar la precisión de la autoridad de la lengua española al respecto: “Igual que el término genocidio alude a la eliminación sistemática de un grupo social por su raza, etnia, religión, etc., la palabra feminicidio denota al asesinato sistemático de mujeres, esto es, aquellas matanzas en las que se asesinan a las mujeres por el hecho de ser mujeres. Por ello, no es apropiado emplearla cuando se trate del asesinato de una sola mujer, ni tampoco para referirse a todas las muertes en las que la víctima ha sido una mujer”.
De modo que con “feminicidio” – creo yo- se cometen a diario “idiomicidios”.
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