Escrito por: Juan Carlos García
(Juajua24@hotmail.com)
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Su nombre se deriva de Lumbicus, que significa Gusano en latín, en un animal que no tiene ojos, no tiene patas, no tiene oídos, no tiene dientes, no tiene pulmones, no tiene huesos, pero tiene hasta 10 corazones. Aunque no irradia nada de simpatía, pues sólo merece nuestro asco, desprecio y repugnancia, sin la lombriz sería imposible la vida en la Tierra.
Son organismos hermafroditas, lo que significa que cada una tiene los dos sexos, pero como quiera necesitan aparearse con otras lombrices para reproducirse. Es sabido que una lombriz puede regenerar segmentos perdidos de su cuerpo, incluso hasta más de la mitad de su tamaño. Estos animales respiran a través de la piel. En tiempos de sequía una lombriz se hunde casi 2 metros bajo tierra en busca de humedad. Algunas lombrices llegan a medir menos que una uña humana, pero hay una gigante del trópico que rebasa los 4 metros de longitud. Un ejemplar de 7 metros capturado vivo, ostenta un récord Guinnes. Las lombrices intestinales, aunque son llamadas de esa forma, nada tienen que ver con las lombrices de tierra, ya que tienen orígenes diferentes.
Las lombrices consumen un tercio de su propio peso en alimento cada día, de modo que se la pasan comiendo el 90% del tiempo. Para los nativos Maori de Nueva Zelanda, las lombrices son delicadezas culinarias. Por su alto valor nutritivo, son consumidas por unas 100 millones de personas en todo el mundo. La mascarilla de lombriz majada regenera maravillosamente la piel, en un humilde animalito que trabaja sin descanso, pero ¿haciendo qué? Sepa que por su persistente y abnegada labor de oxigenar el suelo, el planeta se mantiene en salud, exhibiendo al universo su aspecto rozagante, todo a causa de uno de sus más insignificantes obreros que opera en el subsuelo.
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