Escrito por: Dra. Amalfis Núñez
(sexualidadal dia@gmail.com)
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Tocar temas de sexualidad, especialmente con la familia, se torna engorroso.
Las personas se sonrojan, se sienten limitadas y generalmente incómodas.
Esta reacción tiene que ver con la manera en que las personas fueron criadas y educadas, con las vivencias en la infancia y adolescencia, la forma en que fueron acariciados por sus padres, si fueron tratados con brusquedad o sin afecto, los estímulos e informaciones que recibieron acerca de sus órganos sexuales y el aprendizaje para expresar su afectividad.
Un bebé al que no se le toca o se le habla con cariño, que no se carga y abraza, no aprende a demostrar su afectividad, pues en los primeros tiempos de vida no recibió mensajes positivos sobre sí mismo. De adulto, tendrá problemas para establecer relaciones interpersonales, lo que afectará su expresión sexual.
Por ejemplo, un infante que hace una erección y quien lo encuentra lo trata bruscamente, diciéndole que no debe tocarse, o pegándole, desarrolla un concepto errado de su cuerpo y puede concebir la sexualidad como algo malsano o prohibido.
Una buena sugerencia es ensenar a los hijos que su cuerpo es un templo que deben cuidar y que sus órganos genitales son privados, que solo ellos y los padres cuando los asean pueden tocarlos, porque todavía ellos no son capaces de asearse solos.
Abrazarlos y besarlos con naturalidad y en caso de encontrarlos tocándose sus órganos genitales externos, solo desviar su atención. Así tendremos niños felices y adultos sexualmente sanos.
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