LAS COSAS DE PAPA Y MAMA


La verdad es que los dominicanos somos un pueblo con las características de ser abiertos, despreocupados, alegres hasta lo último, y si alguien se cae, lo primero que hacemos es morirnos de la risa y después lo ayudamos a levantarse, como Dios manda. Y esto se manifiesta en prácticamente todas las facetas de nuestra vida. Nos encantan los chistes, las críticas jocosas, el chismorreo social, la chercha, el can y todo lo que signifique pasarlo bien de inmediato, porque problemas y líos ya tenemos suficientes con el diario vivir. 

Y en política no podía suceder menos, por eso lo trivial, lo risible, lo intrascendente, también predomina en este tan delicado como relajado asunto de escoger a quienes nos van a gobernar. De ahí que en tiempos de elecciones se recurre a los bandereos, las caravanas, las fiestas de sancocho y ron, las atronadoras peinadoras y los quinientos pesitos de regalo, antes que a las propuestas serias y creíbles...Recordemos unas campañas atrás, cuando surgió el tema de famosísimo y ya histórico pichirrí. Esa bobería se pegó entre la población rápido y duro como el coquí. El tema del pichirrí ocupó la opinión pública nacional largo y tendido, con el sazón de que si a un aspirante le encantaba comérselo y que el otro privando en fino, no sabía lo que era la pieza en cuestión. 

Se comentó y hasta se analizó desde el punto de vista puramente anatómico esa parte evacuatoria, tan poco noble, del sufrido pollo, ave tan amiga de nuestra gentes con menores posibilidades. El pichirrí opacó los discursos políticos de altura que pudiera haber - si es que alguna vez los hubo - y cualquier otra cosa que pudiera ser de importancia para el país. Y esto es muy comprensible porque los habitantes de este patio político prefieren divertirse con cualquier tema, por baladí que sea, en lugar de ponerse a pensar seriamente en las miles de promesas que se hacen cada cuatro años, pues los discursos de ampulosa retórica siempre acaban convirtiéndose en pompas de jabón. 

Ahora, cuando la crispación social nos está acogotando, viene a suceder lo mismo con eslogan de Llegó Papá, al parecer creado por casualidad en un acto partidista en la ciudad de La Vega, un argumento tan simple y carente de toda sustancia, aunque de gran pegada popular, capaz de eclipsar cualquier propuesta electoral seria ¡tantas que necesitamos ¡ Por si fuera poco, el pan y circo propio de esta contienda, surge en la esquina contraria del ring propagandístico, y a manera de contracampaña, el lema de Llegó Mamá para la aspirante a la vicepresidencia, que asciende del envidiado cargo de primera dama a la suprema categoría de figura materna de los dominicanos, Este Llegó Mamá es tan fuerte, que puede empañar los mensajes del propio candidato oficialista, un tanto enredados con ese medio trabalenguas de lo que no se hizo, lo que se va a hacer y lo que se va a corregir. Ya tenemos Papá y Mamá de menú servido para estos meses, además de los derivados de Esto no tiene madre, El país está huérfano... y con estos asuntos tan graciosos como nimios vamos pasando el tiempo y recorriendo el camino hasta Mayo. 

Cualquier cosa, menos tomarnos en serio lo que tanto deberíamos hacer, unas elecciones presidenciales basadas en quién de verdad nos puede sacar del hoyo en que estamos y del que viene por ahí con la crisis mundial, de qué sucederá con la enorme deuda externa, con las próxima alzas de la luz, con el caótico tráfico que nos enerva, con el imposible 4% de la educación, y con las mil cosas urgentes que debemos resolver. Pero mientras Papá y Mamá nos diviertan, aquí no pasa nada. Como siempre.


De Sergio Forcadell
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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