Los hornos microondas funcionan a partir de un magnetrón, que es un dispositivo que transforma la energía eléctrica en electromagnética en forma de microonda. Este magnetrón produce ondas a una frecuencia de aproximadamente 2,45 GHz. Estas ondas hacen vibrar o rotar las moléculas de agua, lo cual genera calor. Debido a que la mayor parte de los alimentos contienen un importante porcentaje de agua, pueden ser fácilmente cocinados de esta manera. Cuando las microondas encuentran un objeto metálico suceden dos cosas: una es que el metal las refleja como un espejo refleja la luz visible. La otra es que las microondas producen corrientes eléctricas en el metal. Las paredes interiores de los hornos microondas se hacen de metal, y cuando las microondas golpean una de las paredes, se reflejan y regresan al interior del horno. Si las paredes no fueran metálicas, las microondas escaparían del horno, podrían alcanzar a las personas en la cocina, y calentar las moléculas de agua en sus cuerpos, ocasionándoles graves quemaduras. Por diseño, las paredes metálicas de los hornos microondas confinan las microondas a su interior, y por seguridad, el horno no funciona a menos que la puerta esté cerrada. Los pequeños agujeros en el metal que cubre la ventana se diseñan para bloquear las microondas, permitiendo que la luz pase a través de ella. La luz visible tiene una longitud de onda de cerca de 0.00005 cm, mientras que las microondas usadas para cocinar tienen una longitud de onda de 12.2 cm. La luz puede pasar a través de esos pequeños agujeros, pero las microondas no pueden. Si el alimento en el horno microondas está dentro de un envase de metal o envuelto en papel de aluminio, el metal refleja las microondas, que no penetran al alimento, y éste permanece frío. Como las microondas no pudieron ser absorbidas, rebotan dentro del horno, y eventualmente pueden alcanzar el magnetrón, que puede recalentarse y dañarse. Las microondas también pueden a veces tener algunos efectos adversos, si hay objetos finos de metal dentro del horno. Algunos alimentos envasados vienen con una envoltura que lleva una fina hoja de aluminio, diseñada precisamente para que se caliente y transmita el calor al alimento que está en el interior del envase. Los objetos metálicos delgados y finos pueden también acumular las cargas eléctricas en sus puntos agudos y si se acumula bastante carga eléctrica, acaba con la característica aislante del aire, que puede conducir brevemente electricidad, y entonces se crea un arco eléctrico con el elemento más cercano que pueda conducir electricidad. Estos arcos eléctricos pueden formarse a partir hasta de platos que no sean seguros para los hornos microondas porque contienen pequeñas tiras decorativas de metal. Si usted ve esos arcos, apague el horno y cocine o caliente su alimento en otro envase.
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