A través de la Internet los niños pueden obtener información acerca del personaje que de antaño sus padres les dicen les deja regalos en Navidad
Santa Claus es una tradición milenaria. |
NUEVA YORK . AP. Los chicos pueden chatear con Papá Noel, seguirlo en Twitter o ver en qué anda a través de la aplicación NORAD en la web. En muchos sentidos, no obstante, la tecnología podría estar haciendo que a los padres les resulte más difícil hacer que sus hijos crean en el anciano que reparte regalos.
Cada vez que hacen un click, la internet puede acabar con la leyenda del gordito panzón vestido de rojo, con una gran barba blanca. Prácticamente todos los niños en edad escolar pueden escribir la pregunta ``¿existe Santa Claus?'' en el recuadro de búsquedas de Google.
Dos o tres clicks y terminas en sitios que te venden cartas a tu nombre desde el Polo Norte o dan consejos a los padres acerca de cómo hacerle creer a sus hijos el cuento de San Nicolás.
``Tengo una relación de amor y odio con la tecnología y Santa Claus'', expresó Kristi Kovalak, una mujer de San Luis que tiene dos hijos, de cinco y 11 años.
``Lo interesante de Santa Claus es precisamente no poder explicarse el fenómeno. La tecnología estimula el conocimiento, y uno se informa instantáneamente. Lo juro: Google es el gran enemigo del relato del Polo Norte''. Kovalak está a favor de que sus hijos aprovechen todo lo que ofrece la internet, pero no les permite investigar mucho sobre Papá Noel.
``No atendemos llamadas computerizadas. No ponemos listas de los regalos que queremos en la internet. No tengo aplicaciones sobre Santa Claus en mi teléfono'', manifestó.
Kevin Grout y su esposa pasaron un susto hace poco cuando veían un desfile de Santa Claus en la televisión con sus hijos, de seis y cuatro años y una bebé de cinco meses. Súbitamente apareció una publicidad que genera un correo electrónico con un saludo de Santa Claus. Cambiaron de canal justo a tiempo.
``Tenemos el drama de mantener la ilusión viva, sobre todo con la mayor. Es una niñita inteligente'', comentó Grout, de St. Catharines, Ontario.
``Me parece obvio que fue un error pasar esa publicidad durante un desfile de Santa Claus, cuando muchos chicos pueden estar viendo''.
Cualquier niño puede encontrar sitios de Papá Noel en la red con un iPad.
Igco.com, por ejemplo, propone: ``Descubra nuestra aclamada carta de Santa, llame a Santa por teléfono, consiga pruebas de la existencia de Santa''. Santa.com ofrece una variedad de cartas de Santa Claus de distintos precios. Hay una elegante, en un pergamino, por 19,99 dólares y una simple postcard por casi tres dólares. (Mami, ¿por qué cobra Santa Claus?). En la casilla de búsquedas escriba ``¿existe Santa Claus?'' y será llevado a un sitio de psicología que plantea esa pregunta y relata cómo los padres se debaten por mantener vivo el secreto de Santa Claus en esta época del año.
Kyla Kelim, de Fairhope, Alabama, sorprendió a su hijo mayor, de nueve años, investigando a Santa Claus hace una semana. ``Estuvo a punto de dejar de creer en él'', contó la mujer. ``Estaba buscando 'Santa' en Google y lo vi escribiendo la palabra 'mito'. Justo llegué yo y le dije que basta de juegos electrónicos''. ``Ahora tengo que estar vigilando mi teléfono, mi iPad y las demás cosas todo el tiempo. No queremos que nuestro hijo de siete años deje de creer en Papá Noel'', señaló. No todos los padres se preocupan de que la tecnología acabe con la magia. Brian Searl, de Ormond Beach, Florida, aprovecha aplicaciones para que su hija de siete años hable con el viejo barbudo. ``No es más difícil que antes. Solo que los métodos son distintos'', indicó.
¿Qué pasará cuando la niña crezca? Tal vez busque la película ``Elfo'' con Will Ferrell, esa en la que ``el trineo no tiene suficiente fuerza porque la gente no cree''. Otros padres afirman que antes de la llegada de la internet era más fácil mantener el mito.
Cuando los hijos de Kimberly Porrazzo, hoy veinteañeros, eran pequeños, ella y su marido hacían sonar campanas supuestamente del trineo frente a la casa en la víspera de la Navidad y el padre se subía al techo para hacer ruidos como de pezuñas. Uno de los niños, por entonces de 12 años, todavía creía el cuento cuando ella les dijo la verdad, con mucho tacto, para evitar que alguien lo hiciese por ellos. Porazzo, de Lake Forest, California, escribió un librito corto sobre esa experiencia, que ella misma publicó: ``El secreto de Santa Claus: La verdad sobre Santa Claus''.
``Ahora, con la tecnología, todas las opiniones acerca de si Papá Noel existe o no están disponibles para que los niños averigüen por sí mismos, sin preguntar a los padres'', declaró. ``Van a Google en lugar de preguntarle a los padres. Por eso los padres tienen que decirles la verdad ellos mismos, de una forma delicada''.
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