FIDEL CASTRO, EL GRAN ORADOR

FUE COMPARADO CON CICERÓN 


Por oratoria se entiende, en primer lugar, el arte de hablar con elocuencia. En segundo lugar, es también un género literario formado por el discurso, la disertación, el sermón, el panegírico 


 Escrito por: Francisco Dorta-Duque 
(Franduque2010@hotmail.com )

Fidel Castro
Fidel era un orador nato. Así pensábamos y comentábamos los que lo vimos discutir por un out o un strike en los amplios campos de pelota del Colegio de Belén.


No ingreso en la Academia Literaria Avellaneda (por el nombre de la inspirada poetiza cubana, Gertrudis Gómez de Avellaneda) ni se sirvió allí de las enseñanzas teóricas y prácticas de oratoria que impartía aquel ilustre jesuita español, el Padre José Rubinos, S.J., fundador y mentor de la Academia.
Por cierto, en el año 2003, invitado por el gobierno de Cuba, visite y disfrute de un exquisito almuerzo en el Colegio de Belén, hoy recinto militar, entre otras atenciones de Raúl que también fue mi breve compañero en Belén.
Curiosamente, el atento Coronel que gentilmente me guio por el mismo Colegio de Belén, me porfiaba que Fidel había sido Presidente de la Academia. (Fidel era dios…¿?) Le respondí: “mire, Coronel, yo si fui Presidente de la Academia, Fidel ni quiso ser miembro…”
A propósito de la conversión del Colegio de Belén en un Cuartel Militar mi hermano el Ingeniero y Arquitecto graduado Summa Cum Laude en la Universidad de La Habana me conto la siguiente anécdota:
Fidel, en los primeros meses de 1959, nombro personalmente a mi hermano Jorge director del Programa “Convertir los cuarteles en escuelas.”
Pero cuando Fidel se incauto del Colegio de Belén mi hermano se le acercó y le dijo: “Fidel, ¿Esta es una segunda parte del proyecto de convertir cuarteles en escuelas? Vas a convertir el mejor Colegio de Cuba en un Cuartel Militar?”
Jorge comenta que a partir de ese momento le fue muy difícil acercarse a Fidel, y la incautación de Belén fue el inicio de su decisión de marcharse al exilio. Pero la oratoria era algo que a Fidel le nacía: explicaba, convencía, persuadía con tanta fuerza claridad y espontáneamente que parecía discípulo de Demóstenes o Cicerón a la criolla…
En aquellos días de 1945 el padre Daniel Baldor, eminente jesuita, quien era Rector del Colegio de Belén (donde Fidel y yo estudiábamos y compartíamos como buenos compañeros y amigos) convoco a un Certamen de Oratoria a propósito de las siguientes circunstancias.
Por aquella época, aunque el Partido Socialista Popular (marxista) constituía una minoría decreciente en cada nuevo proceso electoral, tanto los Presidentes Constitucionales, como el ex Coronel Fulgencio  Batista y Zaldívar en su primer gobierno constitucional (1940-44) o el doctor Ramón Grau San Martin, (1944-48) promovieron a sus dirigentes en sus respectivos gobiernos a cargos de importancia.
Desde otro ángulo, el laicismo atacaba la educación de los colegios en manos de la Iglesia Católica.
Y los “cubanizantes” intentaban expulsar a los religiosos extranjeros, sobre todo, españoles, que enseñaban en los colegios de la Iglesia, especialmente en las disciplinas de Historia y Geografia de Cuba.
A esta sazón, mi padre el doctor Manuel Dorta Duque, que era un dirigente del Apostolado Laico de la Iglesia y Jefe Nacional de los Caballeros de Colon, organizo dos movimientos cívicos masivos que culminaron en sendos multitudinarios mítines dentro el espacioso teatro del Centro Asturiano de  La Habana. Los movimientos se llamaban: “Por la Patria y por la escuela” y “ Propatria y reafirmación católica.”
La mayor parte de los gastos de estos actos los absorbió el distinguido empresario azucarero e influyente hombre público, don Pepe Gómez Mena, gran amigo de mi padre con quien compartió asientos como ministros del gobierno del Presidente  Miguel Mariano Gómez en 1936.
Don Pepe era el abuelo de los hermanos Fanjul, también reconocidos empresarios azucareros,  en República Dominicana.
Por la formación de  ambos movimientos en defensa del derecho de la Iglesia a enseñar, el S.S. Papa Pío XII le otorgo a mi padre el titulo: Pro Eclesia et societate.
El Certamen de Oratoria que convocó el Padre Baldor era en forma de debate sobre el Derecho a enseñar de los Colegios Privados, y, por ende, de la Iglesia Católica a propósito de los antagonismos señalados.
A Fidel le toco defender el derecho de la Iglesia a la enseñanza y a otro condiscípulo, el posteriormente doctor José I. Rasco Bermúdez, atacarlo
Contra todas estas fuerzas adunadas arremetió en aquel debate, con elocuencia, valentía y garbo, Fidel Castro Ruz. Y venció.
Fidel se supero a si mismo. Nadie supo de donde emano tanta elocuencia. Argumentos eléctricos rebosados de una pasión desenfrenada hicieron restallar aplausos del alumnado y de la distinguida concurrencia, presidida por el Cardenal de La Habana, Monseñor Manuel Arteaga y Betancourt.
Lo que ya sabíamos sus compañeros, Cuba y el mundo entero lo comprendieron después: Fidel era orador.
Pero, lo inescrutable sucedió al día siguiente. El Partido Socialista Popular (comunista) tenía como órgano oficial al formidable y leído  periódico diario que se titulaba: Hoy. Aceradas y talentosas plumas lo redactaban pero al llegar la revolución  sucumbió como toda libertad de prensa y toda libre expresión  en Cuba, bajo el dominio personalista y totalitario de Fidel.
En el Hoy se destacaba una sarcástica columna que se titulaba  “Boberías” cuyo autor o autores se ocultaban bajo el seudónimo de Juan Simplón.
Boberías acabó con Fidel. De todo. Llegó a decir: “A Fidel Castro lo debíamos llamar con más claridad en vez de Castro, el casto Fidel, tanto asimila las enseñanzas de los jesuitas célibes. La columna entera descargo pesados proyectiles sobre Fidel.
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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