Escrito por: José Rafael Sosa
El premio Casandra ha dejado, como es de esperar en todo ceremonial en el cual se congratula el talento de los artistas, una estela de comentarios, interpretaciones, elogios y críticas del más variado tipo.
Al respecto, me planteo hoy, ofrecer cinco claves que me parecen acertadas:
1. El ceremonial, salvo algunos problemas de iluminación de los fondos para televisión y la forma poco destacada de la actuación de las trapecistas del circo Eloize, fue la mejor producida de toda la historia de los premios. La escenografía, ejemplo de un uso al máximo de la tecnología Led, la coreografía moderna, movida, sincronizada, la iluminación en el escenario, la calidad de los segmentos musicales (destacando el de Wilfrido, el Opening y el homenaje a los que se han ido, con Rafael Corporán como figura central), la agilidad del guión, la actuación de Cuquín y Boruga (con excepción hecha del tono machista de “las que no son para casarse”, segmento que desentona en un tiempo en el cual la perspectiva de género debe primar en los contenidos de cualquier producción de este nivel.
2. El premio a Gloria Trevi, altamente cuestionado, fue el reconocimiento a una mujer que cometió errores, que pagó en justicia (siete años en total) lo que se le impuso. El criterio no puede ser el de hundir y matar socialmente a quienes han tenido problemas con la ley. Ella se ha reivindicado, ha retomado su carrera artística, ha abandonado las relaciones vinculadas a ese pasado. ¿No es el fin de todo sistema penitenciario, el rehabilitar a sus internos e internas? Respecto de las Llaves de la Ciudad, eso es otro tema respecto del cual respeto las opiniones, pero hay mucha falsa moral al criticar a Acroarte por el homenaje a la Trevi.
3. Los premios en Cine fueron los mejores que se han dado en toda la historia de esa categoría: la Mejor Película es Jean Gentil, con sus 11 premios internacionales, por su calidad, aún cuando no fuera popular y la viera poca gente en Fine Arts. Los dos premios a La Hija Natural (Directora y Actriz) no podían ser más justos. Y a Lotomán, la cinta comercial más exitosa, se le premió por la vía de uno de sus protagonistas (Raymond Pozo). Pudo haber sido Víctor Checo, es cierto, pero también sería un asunto de equilibrio: hubiera tenido La Hija Natural tres estatuillas y habría estado sin ninguna la producción de mayor impacto en el público popular.
4. Se ha criticado la cantidad de artistas internacionales participantes. El mundo de hoy es global. Es una aldea. El criterio de lo nacional resulta restrictivo y hasta anacrónico. A la premiación se le dio peso con esa intervención internacional.
5. Nadie parece haberse dado cuenta de que la ceremonia fue utilizada por la Cervecería Nacional Dominicana, la que estrenó el mejor comercial que se haya hecho antes en el país sobre la moderación al tomar alcohol. No tengo idea de quién lo hizo, pero ahí hay una combinación exquisita y justa de responsabilidad social, talento, estética e inteligencia.
Mis felicitaciones al equipo que produjo ese espectáculo, con René Brea a la cabeza y a la directiva de Acroarte, con Máximo Jiménez, a la cual respaldo por el nuevo estilo que ha impreso en las acciones y proyectos de la Asociación.
El premio Casandra ha dejado, como es de esperar en todo ceremonial en el cual se congratula el talento de los artistas, una estela de comentarios, interpretaciones, elogios y críticas del más variado tipo.
Al respecto, me planteo hoy, ofrecer cinco claves que me parecen acertadas:
1. El ceremonial, salvo algunos problemas de iluminación de los fondos para televisión y la forma poco destacada de la actuación de las trapecistas del circo Eloize, fue la mejor producida de toda la historia de los premios. La escenografía, ejemplo de un uso al máximo de la tecnología Led, la coreografía moderna, movida, sincronizada, la iluminación en el escenario, la calidad de los segmentos musicales (destacando el de Wilfrido, el Opening y el homenaje a los que se han ido, con Rafael Corporán como figura central), la agilidad del guión, la actuación de Cuquín y Boruga (con excepción hecha del tono machista de “las que no son para casarse”, segmento que desentona en un tiempo en el cual la perspectiva de género debe primar en los contenidos de cualquier producción de este nivel.
2. El premio a Gloria Trevi, altamente cuestionado, fue el reconocimiento a una mujer que cometió errores, que pagó en justicia (siete años en total) lo que se le impuso. El criterio no puede ser el de hundir y matar socialmente a quienes han tenido problemas con la ley. Ella se ha reivindicado, ha retomado su carrera artística, ha abandonado las relaciones vinculadas a ese pasado. ¿No es el fin de todo sistema penitenciario, el rehabilitar a sus internos e internas? Respecto de las Llaves de la Ciudad, eso es otro tema respecto del cual respeto las opiniones, pero hay mucha falsa moral al criticar a Acroarte por el homenaje a la Trevi.
3. Los premios en Cine fueron los mejores que se han dado en toda la historia de esa categoría: la Mejor Película es Jean Gentil, con sus 11 premios internacionales, por su calidad, aún cuando no fuera popular y la viera poca gente en Fine Arts. Los dos premios a La Hija Natural (Directora y Actriz) no podían ser más justos. Y a Lotomán, la cinta comercial más exitosa, se le premió por la vía de uno de sus protagonistas (Raymond Pozo). Pudo haber sido Víctor Checo, es cierto, pero también sería un asunto de equilibrio: hubiera tenido La Hija Natural tres estatuillas y habría estado sin ninguna la producción de mayor impacto en el público popular.
4. Se ha criticado la cantidad de artistas internacionales participantes. El mundo de hoy es global. Es una aldea. El criterio de lo nacional resulta restrictivo y hasta anacrónico. A la premiación se le dio peso con esa intervención internacional.
5. Nadie parece haberse dado cuenta de que la ceremonia fue utilizada por la Cervecería Nacional Dominicana, la que estrenó el mejor comercial que se haya hecho antes en el país sobre la moderación al tomar alcohol. No tengo idea de quién lo hizo, pero ahí hay una combinación exquisita y justa de responsabilidad social, talento, estética e inteligencia.
Mis felicitaciones al equipo que produjo ese espectáculo, con René Brea a la cabeza y a la directiva de Acroarte, con Máximo Jiménez, a la cual respaldo por el nuevo estilo que ha impreso en las acciones y proyectos de la Asociación.
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