POR EDUARDO GARCÍA MICHEL
Despacio, Abimbao. Fíjese usted que apenas estamos empezando este viaje a Las Terrenas, y ya está ahí el primer peaje, a tan sólo medio kilómetro de la Autopista de Las Américas. Friendo y comiendo.
_ ¡Hey! ¿Señorita, cuánto es? ¿Cuánto? Ah, cincuenta la ida, y cien con retorno. Cóbrese de estos doscientos pesos, ida y vuelta.
_ ¿Y cuántos peajes hay?
_A mi me dijeron que cuatro, más la vuelta.
Un poco más adelante.
_Mira, Cucharita, ahí está el segundo peaje, a sólo catorce kilómetros del primero, cerca de caño Marucho. Señorita, ¿Cuánto es?
_Ciento sesenta y un pesos la ida, y si es con retorno trescientos veintidós pesitos.
_Esto comienza a no gustarme. Cóbrese entonces de estos dos mil pesitos.
_ ¿Que no aceptan billetes de dos mil? Joroba, aquí tratan al usuario como trapo viejo.
_ ¡Cogollo de palo! Es peor que eso: ojo avizor al Banco Central, pues si se generaliza esa costumbre, un peso valdrá menos que un clavao.
_ Virgen de la Altagracia, ¿y a dónde iremos a parar?
_Cajera, pregunte si en ese vehículo tienen cambio. ¿Dicen que sí? Problema resuelto.
_Abimbao, a pesar del pique, esta carretera no está mal. Observe que han sembrado árboles. El pavimento luce en buen estado, aunque veo animales en los laterales.
_ Cucharita, por aquí merodean muchos animales, no sólo de cuatro patas. Los accidentados se cuentan por miles. ¿Adónde se ha visto, sobre todo si se cobra un jugoso peaje, que los caballos y vacas pastoreen en los laterales, día y noche, sin que nadie intervenga para evitar desgracias?
_Tienes razón. Y no hay dónde quejarse, pues nadie escucha, salvo que seas un tutumpote con proyectos llave en mano, pues si eres un jodido y pides la reparación de un camino vecinal, en Obras Públicas te hacen el fó.
_Mire usted como son las cosas. En la carretera secundaria llamada autopista Duarte, con dos carriles en cada dirección, y un muro de separación, con treinta pesos de peaje se llega a Montecristi y se regresa.
_ No use la Duarte de ejemplo. Es un puro desorden. Aspire a tener calidad. Por lo menos, aquí no se pisan hoyos. La concesión tiene ventajas, pero hay que regularla.
_Aquí no se pisarán hoyos, pero también hay más peligro, no por la velocidad, sino por la falta de seguridad vial. Mire, ¿se dio cuenta? Estas totumas que estamos pasando son Los Haitises. Allí está el tercer peaje, al lado de aquellos arrozales.
_Señorita, ¿Cuánto es, por favor?
_Son ciento noventa pesos la ida, y trescientos ochenta con retorno, pero recuerde que tiene que regresar antes del domingo, a las doce de la noche.
_Anjá, ¿y si tuviera que regresar el lunes?
_Entonces, tendría que pagar otra vez.
_Anda "pal" carajo, Abimbao. Esto es como la banca de apuestas. Todo para la casa.
_Hagamos un cálculo. Hasta aquí el trayecto cuesta cuatrocientos y un pesos. Y ochocientos dos pesos con regreso. Son 106 kilómetros hasta Rincón de Molenillo. Por tanto, el kilómetro sale a tres pesos con setenta y ocho centavos, pero como es con retorno reditúa a 7 pesos con cincuenta y siete centavos.
_Pero, aguanta, aún falta. Ahí está el cuarto peaje del Catey a Terrenas, que son 23 kilómetros. ¿Señorita, cuánto vale esta vaina?
_Respete señor. Vale cuatrocientos cincuenta pesos la ida. Y novecientos con la vuelta.
_ ¡Que qué! ¡Qué atraco! Sale a veinte pesos por kilómetro pisado, la ida, y a cuarenta pesos si es con retorno. Perdón, señorita, que lo del robo no es con usted.
_Bueno, Cucharita, déjeme decirle que si las concesiones van a funcionar así, es mejor que no las haya.
_Es verdad, Abimbao. Según Martínez Rojas, el ahorro de tiempo es de tan sólo 10 minutos con respecto a la carretera vieja Sánchez- Las Terrenas. Lo lógico es no utilizar la ruta del Catey hasta que revisen la tarifa. Van a matar a la gallina de los huevos de oro.
_Y pensar que ese es un filón para los gobiernos, si no lo desacreditan. Las grandes obras podrían hacerse mediante concesiones, pero dejando de lado al grupo voraz que quiere participar como socio en todo lo que se construye. Y lo encarece todo.
_Abimbao, ya llegamos a Las Terrenas. Aún no hemos comido, pero devuélvase a la capital, porque en gasolina estamos gastando tres mil pesos y en peaje un mil setecientos dos pesos, para un total de cuatro mil setecientos dos pesos, y ya consumimos el presupuesto de exploración para buscar sitio a la familia en semana santa. La llevaremos al Ozama y con suerte tal vez no pesquen una infección.
Despacio, Abimbao. Fíjese usted que apenas estamos empezando este viaje a Las Terrenas, y ya está ahí el primer peaje, a tan sólo medio kilómetro de la Autopista de Las Américas. Friendo y comiendo.
_ ¡Hey! ¿Señorita, cuánto es? ¿Cuánto? Ah, cincuenta la ida, y cien con retorno. Cóbrese de estos doscientos pesos, ida y vuelta.
_ ¿Y cuántos peajes hay?
_A mi me dijeron que cuatro, más la vuelta.
Un poco más adelante.
_Mira, Cucharita, ahí está el segundo peaje, a sólo catorce kilómetros del primero, cerca de caño Marucho. Señorita, ¿Cuánto es?
_Ciento sesenta y un pesos la ida, y si es con retorno trescientos veintidós pesitos.
_Esto comienza a no gustarme. Cóbrese entonces de estos dos mil pesitos.
_ ¿Que no aceptan billetes de dos mil? Joroba, aquí tratan al usuario como trapo viejo.
_ ¡Cogollo de palo! Es peor que eso: ojo avizor al Banco Central, pues si se generaliza esa costumbre, un peso valdrá menos que un clavao.
_ Virgen de la Altagracia, ¿y a dónde iremos a parar?
_Cajera, pregunte si en ese vehículo tienen cambio. ¿Dicen que sí? Problema resuelto.
_Abimbao, a pesar del pique, esta carretera no está mal. Observe que han sembrado árboles. El pavimento luce en buen estado, aunque veo animales en los laterales.
_ Cucharita, por aquí merodean muchos animales, no sólo de cuatro patas. Los accidentados se cuentan por miles. ¿Adónde se ha visto, sobre todo si se cobra un jugoso peaje, que los caballos y vacas pastoreen en los laterales, día y noche, sin que nadie intervenga para evitar desgracias?
_Tienes razón. Y no hay dónde quejarse, pues nadie escucha, salvo que seas un tutumpote con proyectos llave en mano, pues si eres un jodido y pides la reparación de un camino vecinal, en Obras Públicas te hacen el fó.
_Mire usted como son las cosas. En la carretera secundaria llamada autopista Duarte, con dos carriles en cada dirección, y un muro de separación, con treinta pesos de peaje se llega a Montecristi y se regresa.
_ No use la Duarte de ejemplo. Es un puro desorden. Aspire a tener calidad. Por lo menos, aquí no se pisan hoyos. La concesión tiene ventajas, pero hay que regularla.
_Aquí no se pisarán hoyos, pero también hay más peligro, no por la velocidad, sino por la falta de seguridad vial. Mire, ¿se dio cuenta? Estas totumas que estamos pasando son Los Haitises. Allí está el tercer peaje, al lado de aquellos arrozales.
_Señorita, ¿Cuánto es, por favor?
_Son ciento noventa pesos la ida, y trescientos ochenta con retorno, pero recuerde que tiene que regresar antes del domingo, a las doce de la noche.
_Anjá, ¿y si tuviera que regresar el lunes?
_Entonces, tendría que pagar otra vez.
_Anda "pal" carajo, Abimbao. Esto es como la banca de apuestas. Todo para la casa.
_Hagamos un cálculo. Hasta aquí el trayecto cuesta cuatrocientos y un pesos. Y ochocientos dos pesos con regreso. Son 106 kilómetros hasta Rincón de Molenillo. Por tanto, el kilómetro sale a tres pesos con setenta y ocho centavos, pero como es con retorno reditúa a 7 pesos con cincuenta y siete centavos.
_Pero, aguanta, aún falta. Ahí está el cuarto peaje del Catey a Terrenas, que son 23 kilómetros. ¿Señorita, cuánto vale esta vaina?
_Respete señor. Vale cuatrocientos cincuenta pesos la ida. Y novecientos con la vuelta.
_ ¡Que qué! ¡Qué atraco! Sale a veinte pesos por kilómetro pisado, la ida, y a cuarenta pesos si es con retorno. Perdón, señorita, que lo del robo no es con usted.
_Bueno, Cucharita, déjeme decirle que si las concesiones van a funcionar así, es mejor que no las haya.
_Es verdad, Abimbao. Según Martínez Rojas, el ahorro de tiempo es de tan sólo 10 minutos con respecto a la carretera vieja Sánchez- Las Terrenas. Lo lógico es no utilizar la ruta del Catey hasta que revisen la tarifa. Van a matar a la gallina de los huevos de oro.
_Y pensar que ese es un filón para los gobiernos, si no lo desacreditan. Las grandes obras podrían hacerse mediante concesiones, pero dejando de lado al grupo voraz que quiere participar como socio en todo lo que se construye. Y lo encarece todo.
_Abimbao, ya llegamos a Las Terrenas. Aún no hemos comido, pero devuélvase a la capital, porque en gasolina estamos gastando tres mil pesos y en peaje un mil setecientos dos pesos, para un total de cuatro mil setecientos dos pesos, y ya consumimos el presupuesto de exploración para buscar sitio a la familia en semana santa. La llevaremos al Ozama y con suerte tal vez no pesquen una infección.
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