Feliz Vinicio Lora recuerda el momento en que volvió a la vida luego de un accidente cardiovascular
Escrito por: Miguelina Terrero
(miguelinaterrero@hotmail.com)
El pasado sábado 24, se cumplieron dos años del accidente cardiovascular que por poco quita la vida del comunicador y entonces presidente de Acroarte, Feliz Vinicio Lora. A propósito de esto y como un valioso testimonio de vida que vale la pena asimilar, él envia este escrito que transcribimos a continuación:
“Este sábado, 24 de marzo, cumplí dos años de edad. Dos años de renacer, pues, como comprenderán, ese día sufrí el accidente cerebro vascular isquémico, que me dio de tal magnitud que, prácticamente había muerto. Pero Dios, solo El sabe, con qué propósito o misión, me devolvió a este mundo de los vivos. Como creo en Dios, creo en los milagros, pero nunca me imaginé que me iba a tocar uno tan de cerca, como ocurrió ese día, A una semana de concluir mi discurso en el ceremonial de los Premios Casandra. También, a tan solo siete meses de asumir la presidencia de la Asociación de Cronistas de Arte, Acroarte, por un período de dos años. Ese acontecimiento me marco la vida para siempre. Me cambió la vida radicalmente, del cielo a la tierra. He aprendido a conocer cuáles son mis verdaderos amigos, que son muchos, y cuáles no. Que hay un pueblo que ora, no importa por quien doblen las campanas. Estos dos años me han servido de mucho. El primero, lo tome como un año sabático: para reaprender muchas cosas que, producto de la trombosis, había olvidado. Y, el segundo, para intentar reinsertarme en el mundo laboral y en la vida cotidiana, siempre sin dejar las terapias.
Dios me dio la oportunidad, entre muchas cosas, de alfabetizarme de nuevo, degustar el sabor de las vocales, a redescubrir los colores, en fin, a ver la vida de otro ángulo, otra perspectiva. Algunas personas que me ven en lugares públicos, me dicen que el 2010, el año que me paso el evento, fue un año fatídico, trágico y triste. Me apresuro a responder que, por el contrario, ese año fue bendito, llenos de testimonios. Medicamente no me sentía nada, absolutamente nada.
Hacia ejercicio todos los días y mi alimentación era sana.
Recuento
“Ese día estaba solo en el apartamento, eran aproximadamente las 12:00 del mediodia. Estaba muy tarde para llegar el canal, donde hago el programa “Ha llegado la hora”. Me rasuraba en el baño. No sentía dolor de cabeza ni ninguna situación extraña que me indicara que en mi cuerpo algo andaba mal. De repente caí, súbitamente, al piso. Cuando recobre el conocimiento, que intente pararme del piso, fue en vano. Mis músculos no reaccionaban. También me di cuenta que no podía articular ni una palabra. Perdí el hablar. La trombosis ya había hecho mucho daño. Me afectó la parte izquierda del cerebro y, por consiguiente, inmoviliza el lado derecho del cuerpo. También me afectó el habla completamente. Transcurridos unos minutos, comencé a arrastrarme boca arriba por el largo piso el pasillo. Pase por la sala, hasta llegar a la puerta de madera, que estaba cerrada.
Luego de varios intentos fallidos por agarrar el manubrio, al ver que no podía, empecé a llorar desconsoladamente, por la impotencia. Me dije en mi pensamiento: “Yo no me quiero morir. Tu tienes que salvarme, Dios”. Desde el piso donde estaba tirado, intente de nuevo y, por fin, pude abrir la puerta. Ya la puerta de madera estaba abierta y yo tirado en el piso, pero había otro obstáculo que vencer: la puerta de hierro y su respectivo candado. Pasaron varios minutos. Quedé tirado en el suelo con la mano izquierda delante de la puerta de hierro.
Resido en un segundo nivel, de un edificio ocho apartamentos.
Una vecina, a quien yo le digo “Ángel”, que vive en la tercera planta, es vendedora. Estaba en la calle. Un cliente le suspendió una reunión que ella tenía en Bávaro, y decidió retornar a la casa.
Ella tenía que subir las escaleras y pasar justamente por la puerta del apartamento donde me encontraba tirado en el suelo. El “Ángel”, mientras iba subiendo las escaleras al tercer nivel me dijo: “Hola vecino, como estas?”.
Y subió como cinco peldaños, cinco escalones que me parecieron una eternidad.
De repente “El Angel” bajo y me dijo: “Vecino, usted está mal”.
Pensaba, dijo poco tiempo después, que yo estaba reparando la puerta de hierro acostado. ¿Es un milagro o no?
Este sábado pasado, 24 de marzo, a las 6:30 de la tarde, se realizo una misa en acción de gracia, en la Parroquia María Auxiliadora.
Escrito por: Miguelina Terrero
(miguelinaterrero@hotmail.com)
Feliz Vinicio Lora |
“Este sábado, 24 de marzo, cumplí dos años de edad. Dos años de renacer, pues, como comprenderán, ese día sufrí el accidente cerebro vascular isquémico, que me dio de tal magnitud que, prácticamente había muerto. Pero Dios, solo El sabe, con qué propósito o misión, me devolvió a este mundo de los vivos. Como creo en Dios, creo en los milagros, pero nunca me imaginé que me iba a tocar uno tan de cerca, como ocurrió ese día, A una semana de concluir mi discurso en el ceremonial de los Premios Casandra. También, a tan solo siete meses de asumir la presidencia de la Asociación de Cronistas de Arte, Acroarte, por un período de dos años. Ese acontecimiento me marco la vida para siempre. Me cambió la vida radicalmente, del cielo a la tierra. He aprendido a conocer cuáles son mis verdaderos amigos, que son muchos, y cuáles no. Que hay un pueblo que ora, no importa por quien doblen las campanas. Estos dos años me han servido de mucho. El primero, lo tome como un año sabático: para reaprender muchas cosas que, producto de la trombosis, había olvidado. Y, el segundo, para intentar reinsertarme en el mundo laboral y en la vida cotidiana, siempre sin dejar las terapias.
Dios me dio la oportunidad, entre muchas cosas, de alfabetizarme de nuevo, degustar el sabor de las vocales, a redescubrir los colores, en fin, a ver la vida de otro ángulo, otra perspectiva. Algunas personas que me ven en lugares públicos, me dicen que el 2010, el año que me paso el evento, fue un año fatídico, trágico y triste. Me apresuro a responder que, por el contrario, ese año fue bendito, llenos de testimonios. Medicamente no me sentía nada, absolutamente nada.
Hacia ejercicio todos los días y mi alimentación era sana.
Recuento
“Ese día estaba solo en el apartamento, eran aproximadamente las 12:00 del mediodia. Estaba muy tarde para llegar el canal, donde hago el programa “Ha llegado la hora”. Me rasuraba en el baño. No sentía dolor de cabeza ni ninguna situación extraña que me indicara que en mi cuerpo algo andaba mal. De repente caí, súbitamente, al piso. Cuando recobre el conocimiento, que intente pararme del piso, fue en vano. Mis músculos no reaccionaban. También me di cuenta que no podía articular ni una palabra. Perdí el hablar. La trombosis ya había hecho mucho daño. Me afectó la parte izquierda del cerebro y, por consiguiente, inmoviliza el lado derecho del cuerpo. También me afectó el habla completamente. Transcurridos unos minutos, comencé a arrastrarme boca arriba por el largo piso el pasillo. Pase por la sala, hasta llegar a la puerta de madera, que estaba cerrada.
Luego de varios intentos fallidos por agarrar el manubrio, al ver que no podía, empecé a llorar desconsoladamente, por la impotencia. Me dije en mi pensamiento: “Yo no me quiero morir. Tu tienes que salvarme, Dios”. Desde el piso donde estaba tirado, intente de nuevo y, por fin, pude abrir la puerta. Ya la puerta de madera estaba abierta y yo tirado en el piso, pero había otro obstáculo que vencer: la puerta de hierro y su respectivo candado. Pasaron varios minutos. Quedé tirado en el suelo con la mano izquierda delante de la puerta de hierro.
Resido en un segundo nivel, de un edificio ocho apartamentos.
Una vecina, a quien yo le digo “Ángel”, que vive en la tercera planta, es vendedora. Estaba en la calle. Un cliente le suspendió una reunión que ella tenía en Bávaro, y decidió retornar a la casa.
Ella tenía que subir las escaleras y pasar justamente por la puerta del apartamento donde me encontraba tirado en el suelo. El “Ángel”, mientras iba subiendo las escaleras al tercer nivel me dijo: “Hola vecino, como estas?”.
Y subió como cinco peldaños, cinco escalones que me parecieron una eternidad.
De repente “El Angel” bajo y me dijo: “Vecino, usted está mal”.
Pensaba, dijo poco tiempo después, que yo estaba reparando la puerta de hierro acostado. ¿Es un milagro o no?
Este sábado pasado, 24 de marzo, a las 6:30 de la tarde, se realizo una misa en acción de gracia, en la Parroquia María Auxiliadora.
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