El ex-lanzador cubano cumple hoy 101 años
Escrito por: Manuel Guerrero
La Habana. El cubano Conrado Marrero celebra hoy su cumpleaños 101 convertido en el exligamayorista más longevo, y el décimo sexto en llegar al centenario, además de ser uno de los 1,500 compatriotas que rebasan esa empinada cota.
Ese exclusivo club de antiguos jugadores de la Gran Carpa aumentará el próximo 17 de mayo con el ingreso del infielder Clarence (Ace) Parker, quien con los Atléticos de Filadelfia actuó en 94 partidos y bateó para raquítico promedio de .198 en las temporadas de 1937 y 1938.
Chester Hoff, pitcher de los Yankees de New York y los Carmelitas de San Luis en 23 juegos a inicios del pasado siglo, es el que arribó a más edad al morir a los 107 años en septiembre de 1998.
Marrero, leyenda viva del béisbol de su país, se retiró en 1958 con un palmarés oficial de 367 victorias -95 sin tolerar anotaciones- y solamente 178 derrotas en 20 años en Cuba, México, Estados Unidos y Nicaragua.
Cuando debutó en 1938 en el campeonato de la Unión Atlética Amateur de Cuba con el club Casa Stany (después Cienfuegos Sport Club), pocos apostaron por el triunfo del pequeño lanzador derecho campesino, nacido el 25 de abril de 1911 en la finca El Laberinto, en la región nor-central de la isla.
Al abandonar las filas aficionadas, ocho años después, los escépticos creyeron que pese a sus 139 triunfos y 46 derrotas, El Guajiro de Laberinto, como comenzaron a conocerlo, no triunfaría en el exigente béisbol profesional cubano, el más fuerte del área del Caribe.
Pronto tuvieron que reconocer su equivocación porque Marrero se convirtió en la estrella del equipo Almendares, el más popular de la isla, luego de su exitoso debut con los Indios de Juárez, en México.
Su estelar desempeño llamó la atención del scout Joe Cambria, quien primero lo llevó a los Havana Cubans, de la Liga Internacional de la Florida; y después a los Senadores de Washington, en las Grandes Ligas estadounidenses, con 39 años de edad.
Cambria tuvo que argumentar mucho para convencer al dueño del conjunto, Clark Griffith, de que aquel tirador de solo 5 pies y 7 pulgadas sería capaz de vencer en la Liga Americana.
Con un magnífico control, sliders, rectas y algunas curvitas, como nos dijera el pasado año antes de arribar a la centuria, el ya veterano tirador trocó en elogios los irónicos comentarios de la prensa especializada norteamericana.
Al dedicarle seis páginas a un trabajo sobre el cubano en 1951, la revista estadounidense Life comentó que “su única razón para estar vistiendo uniforme en las (Ligas) Mayores es una combinación de cerebro, coraje y control”.
Al dejar al débil equipo en 1954, había acumulado 39 triunfos y 40 fracasos y dejado una estela de halagos, entre los cuales sobresale la opinión del más grande bateador de esa época, Ted Williams, de los Medias Rojas de Boston.
“Marrero es la excepción de la regla. No es frecuente para un pitcher saltar de una liga de clasificación inferior (C) como la Liga Internacional de la Florida a las Mayores y triunfar de sopetón”, expresó.
Marrero, con 43 años, abandonó la Gran Carpa y en vez de retirarse se enroló en los Cubans Sugar Kings, de la Liga Internacional, triple A, y demostró lo equivocado que estaban quienes vaticinaron el fin de su carrera al ganar 10 juegos y perder solamente 4.
Por último estuvo dos años con el club León, de Nicaragua, con saldo de 14 victorias y 7 derrotas.
Un resumen de la larga trayectoria de Marrero arroja que logró 139 triunfos con 46 fracasos como amateur y 228-132 como profesional.
Como hecho sobresaliente figuran los tres juegos sin hits ni carreras en las filas aficionadas, uno con los Havana Cubans y un quinto se le escapó con el Washington cuando el jardinero Barney MacCosky le pegó un jonrón solitario en 1951.
Al concluir en 1958 su carrera de dos décadas, el pequeño campesino que se vanagloria de haber aprendido solo a tirar pelotas, se dedicó a impartir sus conocimientos a equipos amateurs cubanos y Braudilio Vinent, uno de los máximos ganadores en series nacionales cubanas, le agradece a El Premier haberse convertido en un extraordinario pitcher.
El Consejo de Estado le concedió el título de Héroe Nacional del Trabajo y al cumplir 100 años en 2011 recibió un merecido homenaje, encabezado por Alberto Juantorena, el corredor cubano que ganó oro en 400 y 800 metros en los juegos olímpicos de Montreal, en 1976.
Estoy orgulloso de llegar a esta edad y vivir en Cuba, dijo Marrero, emocionado al recibir una camisa de la selección nacional de su país con el número 100 en la espalda, con la cual ganó 11 juegos y perdió cinco en series mundiales.
Sigue el béisbol
Privado de la visión y en silla de ruedas debido a la fractura de su cadera derecha que sufrió el 26 de julio del pasado año, continúa escuchando las transmisiones del actual Campeonato Nacional de Béisbol. En reciente conversación con este autor, Marrero se refirió a la lucha por el liderazgo de jonrones sostenida por el jardinero Alfredo Despaigne y el inicialista José Dariel Abreu.
Escrito por: Manuel Guerrero
La Habana. El cubano Conrado Marrero celebra hoy su cumpleaños 101 convertido en el exligamayorista más longevo, y el décimo sexto en llegar al centenario, además de ser uno de los 1,500 compatriotas que rebasan esa empinada cota.
Ese exclusivo club de antiguos jugadores de la Gran Carpa aumentará el próximo 17 de mayo con el ingreso del infielder Clarence (Ace) Parker, quien con los Atléticos de Filadelfia actuó en 94 partidos y bateó para raquítico promedio de .198 en las temporadas de 1937 y 1938.
Chester Hoff, pitcher de los Yankees de New York y los Carmelitas de San Luis en 23 juegos a inicios del pasado siglo, es el que arribó a más edad al morir a los 107 años en septiembre de 1998.
Marrero, leyenda viva del béisbol de su país, se retiró en 1958 con un palmarés oficial de 367 victorias -95 sin tolerar anotaciones- y solamente 178 derrotas en 20 años en Cuba, México, Estados Unidos y Nicaragua.
Cuando debutó en 1938 en el campeonato de la Unión Atlética Amateur de Cuba con el club Casa Stany (después Cienfuegos Sport Club), pocos apostaron por el triunfo del pequeño lanzador derecho campesino, nacido el 25 de abril de 1911 en la finca El Laberinto, en la región nor-central de la isla.
Al abandonar las filas aficionadas, ocho años después, los escépticos creyeron que pese a sus 139 triunfos y 46 derrotas, El Guajiro de Laberinto, como comenzaron a conocerlo, no triunfaría en el exigente béisbol profesional cubano, el más fuerte del área del Caribe.
Pronto tuvieron que reconocer su equivocación porque Marrero se convirtió en la estrella del equipo Almendares, el más popular de la isla, luego de su exitoso debut con los Indios de Juárez, en México.
Su estelar desempeño llamó la atención del scout Joe Cambria, quien primero lo llevó a los Havana Cubans, de la Liga Internacional de la Florida; y después a los Senadores de Washington, en las Grandes Ligas estadounidenses, con 39 años de edad.
Cambria tuvo que argumentar mucho para convencer al dueño del conjunto, Clark Griffith, de que aquel tirador de solo 5 pies y 7 pulgadas sería capaz de vencer en la Liga Americana.
Con un magnífico control, sliders, rectas y algunas curvitas, como nos dijera el pasado año antes de arribar a la centuria, el ya veterano tirador trocó en elogios los irónicos comentarios de la prensa especializada norteamericana.
Al dedicarle seis páginas a un trabajo sobre el cubano en 1951, la revista estadounidense Life comentó que “su única razón para estar vistiendo uniforme en las (Ligas) Mayores es una combinación de cerebro, coraje y control”.
Al dejar al débil equipo en 1954, había acumulado 39 triunfos y 40 fracasos y dejado una estela de halagos, entre los cuales sobresale la opinión del más grande bateador de esa época, Ted Williams, de los Medias Rojas de Boston.
“Marrero es la excepción de la regla. No es frecuente para un pitcher saltar de una liga de clasificación inferior (C) como la Liga Internacional de la Florida a las Mayores y triunfar de sopetón”, expresó.
Marrero, con 43 años, abandonó la Gran Carpa y en vez de retirarse se enroló en los Cubans Sugar Kings, de la Liga Internacional, triple A, y demostró lo equivocado que estaban quienes vaticinaron el fin de su carrera al ganar 10 juegos y perder solamente 4.
Por último estuvo dos años con el club León, de Nicaragua, con saldo de 14 victorias y 7 derrotas.
Un resumen de la larga trayectoria de Marrero arroja que logró 139 triunfos con 46 fracasos como amateur y 228-132 como profesional.
Como hecho sobresaliente figuran los tres juegos sin hits ni carreras en las filas aficionadas, uno con los Havana Cubans y un quinto se le escapó con el Washington cuando el jardinero Barney MacCosky le pegó un jonrón solitario en 1951.
Al concluir en 1958 su carrera de dos décadas, el pequeño campesino que se vanagloria de haber aprendido solo a tirar pelotas, se dedicó a impartir sus conocimientos a equipos amateurs cubanos y Braudilio Vinent, uno de los máximos ganadores en series nacionales cubanas, le agradece a El Premier haberse convertido en un extraordinario pitcher.
El Consejo de Estado le concedió el título de Héroe Nacional del Trabajo y al cumplir 100 años en 2011 recibió un merecido homenaje, encabezado por Alberto Juantorena, el corredor cubano que ganó oro en 400 y 800 metros en los juegos olímpicos de Montreal, en 1976.
Estoy orgulloso de llegar a esta edad y vivir en Cuba, dijo Marrero, emocionado al recibir una camisa de la selección nacional de su país con el número 100 en la espalda, con la cual ganó 11 juegos y perdió cinco en series mundiales.
Sigue el béisbol
Privado de la visión y en silla de ruedas debido a la fractura de su cadera derecha que sufrió el 26 de julio del pasado año, continúa escuchando las transmisiones del actual Campeonato Nacional de Béisbol. En reciente conversación con este autor, Marrero se refirió a la lucha por el liderazgo de jonrones sostenida por el jardinero Alfredo Despaigne y el inicialista José Dariel Abreu.
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