POR SIMÓN GUERRERO
Santo Domingo. En la década de los sesenta, en pleno auge de las películas del Agente 007, el famoso espía inglés creado por el novelista Ian Fleming, un señor casi septuagenario de aspecto distinguido y tímido, en sus viajes frecuentes por los aeropuertos del caribe insular, cada vez que le preguntaban "-¿Cuál es su nombre?" Respondía sonriente y con cierta malicia: " -My name is Bond, James Bond". Si alguien comentaba: "-Ah, usted se llama como el espía.", él le replicaba, "-Al revés; el espía se llama como yo." Los empleados de las líneas aéreas sonrían, celebrando las ocurrencias de este simpático viejito.
Sin embargo, el protagonista de esta anécdota, que me contara Donald Dod hace ya varias décadas, no bromeaba. James Bond fue el nombre que le puso su padre, Francis E. Bond, cuando nació en Filadelfia una fría mañana de enero del año 1900, y el escritor inglés se lo robó para bautizar al famoso Agente 007.
A la edad de 11 años James acompañó a su padre a una expedición al Delta del Orinoco que definió su vocación de naturalista. A la muerte de su madre, en 1914, los Bond se mudaron a Inglaterra, donde James obtuvo un título de la Universidad de Cambridge en 1922. Poco tiempo después de graduarse regresó a Filadelfia, donde trabajó durante tres años en un banco. Pero su pasión por las ciencias naturales lo indujeron a renunciar y se enroló en una expedición al Río Amazona organizada por Academia de Ciencias Naturales de Filadefia, institución en la que trabajó el resto de su vida, primero como ornitólogo y luego como Curador de Aves de la Academia. Murió en esa ciudad en 1989.
Dedicó cerca de tres décadas al estudio de las aves del Caribe, y por más de 50 años fue la máxima autoridad ornitológica de la región, publicando en 1936 el primer libro sobre el tema: "Birds of the West Indies" (Aves de las Antillas). Fue el primero en postular que las aves de nuestra región se originaron a partir de las aves norteamericanas, no de las Sudamericanas. En 1952 fue galardonado con la Medalla Munsgrave del Instituto de Jamaica; también ganó, en 1954, la Medalla Brewster de la Unión Americana de Ornitología.
Finalmente, en 1975 recibió la Medalla Leidy, máximo galardón de la Academia de Ciencias de Filadelfia.
¿Cómo el nombre de un científico reservado y más bien tímido, fue usado para designar a un agente de los servicios de inteligencia británicos, que era audaz, violento, mujeriego y jugador? Contaremos esa historia en el próxima oportunidad.
James Bond, un dedicado ornitólogo estadounidense. |
Santo Domingo. En la década de los sesenta, en pleno auge de las películas del Agente 007, el famoso espía inglés creado por el novelista Ian Fleming, un señor casi septuagenario de aspecto distinguido y tímido, en sus viajes frecuentes por los aeropuertos del caribe insular, cada vez que le preguntaban "-¿Cuál es su nombre?" Respondía sonriente y con cierta malicia: " -My name is Bond, James Bond". Si alguien comentaba: "-Ah, usted se llama como el espía.", él le replicaba, "-Al revés; el espía se llama como yo." Los empleados de las líneas aéreas sonrían, celebrando las ocurrencias de este simpático viejito.
Sin embargo, el protagonista de esta anécdota, que me contara Donald Dod hace ya varias décadas, no bromeaba. James Bond fue el nombre que le puso su padre, Francis E. Bond, cuando nació en Filadelfia una fría mañana de enero del año 1900, y el escritor inglés se lo robó para bautizar al famoso Agente 007.
A la edad de 11 años James acompañó a su padre a una expedición al Delta del Orinoco que definió su vocación de naturalista. A la muerte de su madre, en 1914, los Bond se mudaron a Inglaterra, donde James obtuvo un título de la Universidad de Cambridge en 1922. Poco tiempo después de graduarse regresó a Filadelfia, donde trabajó durante tres años en un banco. Pero su pasión por las ciencias naturales lo indujeron a renunciar y se enroló en una expedición al Río Amazona organizada por Academia de Ciencias Naturales de Filadefia, institución en la que trabajó el resto de su vida, primero como ornitólogo y luego como Curador de Aves de la Academia. Murió en esa ciudad en 1989.
Dedicó cerca de tres décadas al estudio de las aves del Caribe, y por más de 50 años fue la máxima autoridad ornitológica de la región, publicando en 1936 el primer libro sobre el tema: "Birds of the West Indies" (Aves de las Antillas). Fue el primero en postular que las aves de nuestra región se originaron a partir de las aves norteamericanas, no de las Sudamericanas. En 1952 fue galardonado con la Medalla Munsgrave del Instituto de Jamaica; también ganó, en 1954, la Medalla Brewster de la Unión Americana de Ornitología.
Finalmente, en 1975 recibió la Medalla Leidy, máximo galardón de la Academia de Ciencias de Filadelfia.
¿Cómo el nombre de un científico reservado y más bien tímido, fue usado para designar a un agente de los servicios de inteligencia británicos, que era audaz, violento, mujeriego y jugador? Contaremos esa historia en el próxima oportunidad.
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